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Que el sentimiento del más allá hubiera debido impedir matarse a aquella mujer, era cosa que Ferpierre creía hasta cierto punto; pero que un sentimiento más humano, enteramente humano, hubiera podido disuadirla de su funesto propósito, no le parecía improbable.

Por la mañana había estado en casa de su prima a visitarla. Hablaron de , y Gloria se mostró enojadísima, mejor dicho, indignadísima conmigo. Le dijo que le constaba de un modo evidente que yo estaba, ¡qué horror!, en amores con Joaquina Anguita. Todo lo que Isabel hizo por disuadirla fue inútil.

Quizá notaba la predilección de aquélla por Antoñico y esto le producía la natural repugnancia, ó bien trabajaba sobre mismo para vencer un amor que tantos dolores le había causado. Paca le contó lo que pasaba, hablaron largamente de Soledad, le expuso sus temores y concluyó por rogarle que tratase de disuadirla también de aquella relación que tanto podía perjudicarla.

Y aquí no pueden decir que ha sido obligada... yo que su padre se ha puesto furioso cuando lo supo y trató de disuadirla por todos los medios... Vamos, entonces se casa con Jesucristo a disgusto de la familia manifestó un joven que escuchaba la conversación. Las mujeres se volvieron airadas a confundir al impío, que se alejó riendo.

Procuré disuadirla, riendo, de su fundada sospecha, y loé de corazón su franqueza. ¿Cómo pude hallar censurable aquella naturaleza espontánea, sincera, rebosante de pasión y de alegría? Pero las nieblas de la duda no se desvanecieron por completo en mi espíritu, harto suspicaz.

La composición del auto, titulado El hospital de locos, es singular hasta lo sumo. El Alma, llevando por guía al Placer, hace una peregrinación; excítala éste á entrar en una casa, en donde habitan todos los goces, obedeciéndolo á pesar de las reconvenciones de la Razón, que, desde el umbral, intenta disuadirla de su propósito.

Asi es que trataba de disuadirla de la idea de marcharse, poniéndola por pretesto el hallarse sumamente delicada su salud, y tambiem el encontrarse su padre celebrando Córtes en Aragon, el cual adorándola tan entrañablemente, sentiria muchísimo el que se hubiera tomado esta determinacion sin su consentimiento.

Intentó el capellán disuadirla: temía que se cansase, que se enfriase al atravesar los salones, al bajar al claustro. La señorita no dio más respuesta que dejar la labor, envolverse en su mantón y echar a andar. Cruzaron a buen paso la fila de habitaciones extensas, desamuebladas, casi vacías, donde las pisadas retumbaban sordamente.

En los días siguientes, aunque se mostraba traba atento con ella, no buscaba su conversación como otras veces; antes huía de las ocasiones de hablarla en particular. La zagala no pudo menos de sentir tal frialdad, y un día con lágrimas en los ojos le dijo á D.ª Robustiana que se iba, que su presencia en la casa no era grata al amo. La mayordoma trató al instante de disuadirla.

Preguntada por el presidente, D.ª Josefa declaró que Obdulia hacía tiempo que perseguía a su amo y le molestaba proponiéndole la escapatoria al convento. Que el excusador había tratado en vano de disuadirla; sus esfuerzos habían sido vanos. Estaba tan resuelta a marcharse, que se hubiera ido sola si él se negaba a acompañarla. En vista de eso, su amo, aunque de malísima gana, había cedido.