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Se dejaban matar; pero eran tantas, ¡tantas! que los hombres desistían de atacarlas, transigiendo con ellas por cansancio, y únicamente las repelían con el aliento ó escupiéndolas cuando se colaban en su boca y sus narices. Otros parásitos asaltaban igualmente las viviendas de este pueblo perdido en la soledad. En el boliche, por ser mayor la concurrencia, parecían más numerosas las plagas.

También la plata estaba disuelta en sus aguas. Ferragut sabía por ciertos cálculos que con la plata flotante en el Océano podían levantarse pirámides más enormes que las de Egipto. Los hombres que habían pensado en la explotación de estas riquezas minerales desistían de su quimera. Estaban tan diluidas, que era imposible su aprovechamiento.

Otra orden hizo que la Compañía del Capitán Navarro con el Teniente Ramos, avanzara sobre el lugar llamado Alto de Boquerón, con objeto de evitar la retirada del enemigo; estas fuerzas fueron hostilizadas durante todo el camino por los pequeños grupos de rebeldes que creyeron imposible que una columna se atreviera á correr la aventura de entrar en aquellos estratégicos lugares, pues todos recordaban que durante la guerra de Independencia, todas las fuerzas españolas que intentaban entrar en Boquerón, desistían de su empeño, después de horas enteras de lucha, llevándose siempre gran número de bajas.

En Cintra no había en palacio grandes fiestas, sino íntimas reuniones. Morsamor y Pedro Carvallo no eran de los íntimos, no iban a palacio y en balde procuraban acercarse y hablar a doña Sol, a quien sólo veían rara vez y desde lejos. No por eso desistían ellos de sus pretensiones. Muy pertinaces y tercos eran los dos.

Al amanecer el dia inmediato, se puso en marcha el Comandante General, tomando el camino de Putina, con el intento de hacer todo esfuerzo para alcanzar los gefes de la rebelion; pero la misma tarde supo por un prisionero, que seguian otra direccion; y habiéndola tambien variado al siguiente dia, no consiguió otra cosa que certificarse era inutil seguirlos, porque se retiraban aceleradamente á la provincia de Carabaya, casi abandonados de todos los suyos, y porque escasamente les seguian 100 personas de ambos sexos; pero todavia manifestando, no desistian continuar la rebelion con empeño y constancia, afirmando á los habitantes de los pueblos por donde transitaban, iban á buscar unas columnas de leones, tigres y otras fieras, para que devorasen al ejército español, consiguiendo con estas bárbaras fantasias, que los idiotas de aquellos infelices y desgraciados paises les creyeran y prestasen una ciega obediencia.

Incomodaba mucho á los enemigos la posesion de este sitio, y le atacaron inmediatamente con tal impetu, que á poco rato fué preciso acudir con el socorro que pedian los defensores, mandando marchar las cuatro compañias de caballeria, con órden de hacer solo el ademan de querer subir hasta la cumbre, por si los rebeldes, al advertir este movimiento, acudian á defenderse, y desistian del ataque.