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Y eligiendo dos o tres de las más animosas, mandoles que arrancasen una de las desiguales y vacilantes piedras de la calzada, que se movían como dientes de viejo en sus alveolos, y, alzándola lo mejor posible, la condujesen ante la puerta que les acababan de cerrar en sus mismas narices.

No .... Es que a veces parece que me quedo así, sin sentido.... Es como si me arrancasen el estómago balbució. «Ciertos son los toros» pensó Pilar ; «¡bien madruga la bendición de Diosañadió para , descaradamente.

Debía aprovechar aquella repentina blandura, ocasionada por los últimos sucesos, para arrancar de doña Tula y su director todas las ventajas posibles o, mejor dicho, que no me arrancasen a las que de derecho me correspondían. Preparé mi discurso de introducción y las respuestas que había de dar a las objeciones que, en mi concepto, podían hacerme.

Pero aun en la guerra se hallaria dificultad en que se arrancasen las estacadas de las fuertes y fortines, y que las carretas que van por sal y salen de toda la frontera, las cargen de balde en un dia, llevándolas á los nuevos sitios, en lo que no extraviarian camino notablemente, y se podrian plantar en otro dia, quedando las trapas y demas trabajos á cubierto.

Principia siempre a hablar con cierto desdén altanero, y su palabra en los primeros momentos es perezosa y torpe; parece que está distraído como si le arrancasen de improviso al mundo de reflexiones sabias y profundas donde habita a la continua. Mas a medida que el tiempo trascurre y el asunto penetra en él, toma calor y su discurso adquiere un brío extraordinario.

La noche había sido de emociones en Can Mallorquí. Pep había dado de palos a su hijo: lo quiso matar, ciego de ira, teniendo que interponerse entre los dos Margalida y su madre. La sonrisa del atlot había vuelto a reaparecer. Hablaba con orgullo de los palos que llevaba recibidos sin que le arrancasen un grito.

Velarde hizo una mueca que parecía una sonrisa, y siguió adelante: detúvose en la puerta del salón y volvió la cabeza. Hízole entonces ella otra cariñosa señal de despedida, y él salió al fin lentamente, preocupado, como si le arrancasen de allí a la fuerza.

Y agitado en su interior por estos pensamientos, avanzaba penosamente, trazando zigzags como si estuviera ebrio, cada vez más pálido y extendiendo sus brazos al pedir mentalmente que lo arrancasen del mundo. Había llegado frente a San Juan, y su mirada, cada vez más indecisa y obscura, se fijó en la célebre veleta, en el pajarraco que doraba el sol, dándole el brillo de un ave del Paraíso.

, bien merecía aquel hijo de las entrañas que se le arrancasen aquellas espinas del alma. ¡Había sido tan buen hijo! ¡Había sido tan hábil para conservar y engrandecer el prestigio que le disputaban!». Desde que doña Paula vio que «no estallaba un escándalo», que don Fermín mostraba discreción y cautela incomparables en sus extrañas relaciones con la Regenta, se lo perdonó todo y dejó de molestarle con sus amonestaciones.

Estos cuatro patios, en medio de los cuales, precedida de la calle de cipreses, se erguía la iglesia con su campanario, como un enorme ciprés de piedra, formaban el conjunto de aquel majestuoso edificio. El techo se componía de un millón de tejas, sujeta cada una con un gran clavo de hierro, para evitar que las arrancasen los huracanes en aquel sitio elevado y próximo al mar.