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Con apariencia de informaciones financieras publicaban en los periódicos artículos en contra suya, llenos de calumnias y de insinuaciones; sostenían contra él una campaña persistente, por medio de carteles y de prospectos; le perseguían por todas partes en automóviles ruidosos; le acechaban detrás de los árboles.

Que matas a los profetas, y apedreas a los que son enviados a ti, ¡cuántas veces quise juntar tus hijos, como la gallina sus pollos debajo de sus alas, y no quisiste! 1 Y aconteció que entrando en casa de un príncipe de los fariseos un sábado a comer pan, ellos le acechaban. 2 Y he aquí un hombre hidrópico estaba delante de él.

Su cara se puso roja, apretó los puños y dijo en voz alta, como respondiendo á todos aquellos personajes que, burlones ó benévolos, le acechaban para juzgarle en última instancia: "¡Se han burlado de , me han desdeñado; pues bien, ya verán de lo que es capaz Marenval! ¡Aunque supiera que en el fondo de este asunto estaba el mismo diablo, iré á ese fondo y le pondré en claro, como si fuera una cuenta de mercancías."

5 Y les decía: El Hijo del hombre es Señor aun del sábado. 6 Y aconteció también en otro sábado, que él entró en la sinagoga y enseñó; y estaba allí un hombre que tenía la mano derecha seca. 7 Y le acechaban los escribas y los fariseos, si sanaría en sábado, para hallar de qué le acusasen.

Gabriel se vio atraído de nuevo por el afecto de sus admiradores de las Claverías. Le acechaban, le seguían, doliéndose de sus ausencias. No podían vivir sin él, según declaraba el zapatero. Se habían acostumbrado a escucharle; sentían el afán de «ilustrarse», y rogaban al maestro que no los abandonara.

Prefería quedarse donde estaba, sin dinero y feliz. ¡Que se vayan los otros! dijo con un egoísmo pueril . ¡Que se vaya Tòni!... Yo me quedo... debo quedarme. Cuando el capitán se marche, se marchará el tío Caragòl. Ulises enumeró los grandes peligros que iba á arrostrar el buque. Los submarinos alemanes lo acechaban con mortal predilección: sostendrían combates... serían torpedeados...

Los enemigos le conocían, le acechaban; eran muchos frente á él, que vivía solo en su buque, con una tripulación de hombres de distinta nacionalidad. Nadie lloraría su muerte, aparte de los pocos que le amaban. No pertenecía á ninguno de los pueblos en guerra: era una especie de corsario imposibilitado de atacar. Menos aún: un mercante que hacía transportes al amparo de una bandera neutra.

Entretanto sus ojos acechaban la casa vecina. ¡Cuán intensa fascinación cobraron entonces para él, en la frescura matinal y entre el canto de los pájaros, aquellas entornadas celosías que le hacían pensar en el sueño de su amada! Cierta tarde, entre un claro del ramaje, vio pasar a Beatriz, que no quitaba los ojos del seto. El mancebo se mostró.

Dentro de los cóncavos y amoratados huecos de los ojos, acechaban las pupilas de Mauricia con ferocidad de pájaro cazador. «¿Te lo digo?... Pues el tal sabe echar por la calle de enmedio. Vaya, que es listo y ejecutivo. Te ha armado una trampa, en la cual vas a caer... Como que ya has metido la patita dentro». ¿Yo...? ... .

27 También les dijo: El sábado por causa del hombre es hecho; no el hombre por causa del sábado. 28 Así que el Hijo del hombre es Señor aun del sábado. 1 Y otra vez entró en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía una mano seca. 2 Y le acechaban si en sábado le sanaría, para acusarle. 3 Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate en medio.