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Actualizado: 6 de junio de 2025


Volvióse a la cama buscando el calor de las mantas, y acurrucóse entre ellas, escondiendo el rostro en las almohadas para pensar, para reflexionar, para meditar, para no mirar al hueco del balcón, donde le parecía ver al general Prim y a la cadina Saharí, y al eunuco estrangulado, dándose las manos, haciéndole cortesías, como hacen los actores cuando salen a la escena a recibir la ovación al final de un drama. ¡Y él, que se había despertado tan alegre, imaginando el medio de ocultar a sus acreedores los cinco mil duros ganados!

El tren les hacía tanto caso como a una nube de mosquitos, y desapareció dejando atrás su humo y su ruido. Volviose a ordenar la hueste y siguieron marchando, con el Majito a la cabeza. ¡Ah! Todavía mandaba. Goza, goza del brillo de tu alta posición, que tiempo vendrá en que las grandezas se humillen y las altas torres se desplomen.

La marquesa se santiguó vivamente no bien desapareció el lacayo, fijó un momento sus grandes y vivos ojos negros en un cuadro bellísimo de la Virgen que había en el testero, y volvióse hacia la puerta, tan risueña, tan señora y tan serena como cuando recibía en Madrid a sus amigos íntimos.

Oyolo también el ciego; volviose bruscamente y dijo sonriendo con placer y orgullo: ¿La oye usted? Antes esa voz y me agradó sobremanera. ¿Quién es la que canta?... En vez de contestar, el ciego se detuvo, y dando al viento la voz con toda la fuerza de sus pulmones, gritó: ¡Nela!... ¡Nela! Ecos sonorosos, próximos los unos, lejanos otros, repitieron aquel nombre.

Volvióse Jacobo colérico, soltando impaciente una sucia palabrota, con esa obscena grosería que se oculta con frecuencia bajo las pulidas formas sociales de ciertos hombres y brota espontáneamente en cuanto la excita la ira o la impulsa una confianza sin decoro.

Conservó un instante la mano del doctor perdida en la suya, estrujándola con sólo un ligero movimiento, y pasada esta efusión extraordinaria en él, volvióse hacia su secretario, que permanecía de pie junto á la mesa manejando papeles y hojas telegráficas. Siéntate, Luis dijo como si le diese una orden acabo en seguida.

Quiero decir un papá que ayudase a mamá y te cuidara con amor, que te diese bonitos vestidos y que, por fin, cuando fueses mayor, hiciese de ti una señora. Carolina volvió hacia ella sus ojos somnolientos. ¿Y a ti, te gustaría, mamá? Lady Clara se sonrojó hasta las orejas. Duerme dijo bruscamente. Y volviose.

Así es, que estando a la puerta misma de su aposento, a la izquierda volviose, y palpando la pared, adelantó hasta tocar una mampara de seda, y tan rica, que ella le demostró que no al aposento de la doncella debía dar entrada una tal manpara, sino al de doña Guiomar.

Volvióse hacia el sitio de donde éste partía, y vió que se había caído la parte flaca de la pared del huerto antes citado. Como el suceso tenía muy poco de particular, no le llamó la atención: lo extraño para él era que semejantes muros resistieran un día en posición vertical. En esta inteligencia, siguió su camino y llegó á casa del mayorazgo, á quien encontró esperándole para comer.

No conoce a nadie y nada debes temer. Gregoria, sumisa, se cubrió con su mantón. Cuando los dos hermanos salieron, volvióse Esteven a la joven, que cosía indiferente, y con una sonrisa burlona, exclamó: ¡Bien lo dije yo, que tenía que ceder o reventar!

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