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Actualizado: 6 de junio de 2025


Dejemos esta conversación, señora María, que estáis equivocada de medio á medio; mi sobrino no ha estado en mi casa... Pues si ha estado en palacio y no en vuestra casa... Ha estado en la casa del rey dijo una voz á la puerta. Volvióse todo hosco é incómodo el cocinero y vió al bufón del rey.

-Así es verdad -respondió don Quijote-: cierra, amigo, la puerta, y dame por testimonio, en la mejor forma que pudieres, lo que aquí me has visto hacer; conviene a saber: cómo abriste al león, yo le esperé, él no salió; volvíle a esperar, volvió a no salir y volvióse acostar.

Volvióse Quevedo, se desembozó, se descubrió echando atrás con gentil donaire la mano que tenía su sombrero, y levantando su ancha frente, dijo fijando el vidrio de sus antiparras en los ojos del duque: ¡Romance! ¡Romance y vuestro! Soltadle, don Francisco, soltadle, que ya me tenéis impaciente.

De travieso y alborotado volviose tan juiciosillo, que al mismo Zalamero daba quince y raya. Entrole la comezón de cumplir religiosamente sus deberes escolásticos y aun de instruirse por su cuenta con lecturas sin tasa y con ejercicios de controversia y palique declamatorio entre amiguitos.

El tío Frasquito, libre ya de temores, volvióse vivamente y arrastró hacia Jacobo un precioso caballete, sobre el cual descansaba un gran infolio, una especie de libro de coro, cuyas lujosas tapas eran una obra de arte, un mosaico acabadísimo, hecho sobre piel de zapa, con peregrinos dibujos y colores muy vivos, formando el todo un conjunto digno de competir con las más lujosas encuadernaciones antiguas que se admiran en la biblioteca del Vaticano; cerraba el libro un gran broche de acero calado, representando las armas de los Aldamas, rematadas por la corona ducal del jefe de la casa.

Volvióse al sol y dejónos solos. Certifico a V. Md. que vi al uno de ellos, que se llamaba Jurre, vizcaíno, tan olvidado ya de cómo y por dónde se comía, que una cortecilla que le cupo la llevó dos veces a los ojos, y entre tres no le acertaban a encaminar las manos a la boca.

Así me parece contestó Federico brevemente. ¿Está la yegua aquí? Bill y Jaime la tienen ya en el pinar. Pues que la guarden un momento. Volviose y entró otra vez cautelosamente en la casa. Guiado por la débil luz de la vela que se corría y del amortiguado fuego, observó que la puerta del cuartito estaba abierta y se fue hacia ella de puntillas.

No, porque me necesitáis... no... porque sin no sabríais muchas cosas que pasan en palacio... no... porque vos no tenéis derecho para reprenderme... me habéis perdido. ¡Estás loca! exclamó el duque levantándose irritado. Loca, ; fuera de ... desesperada... ¿qué me importa todo...? se va... me deja... me abandona... y no ha de irse. Volvióse á sentar el duque.

Volvióse al sol, y dejónos solos. Certifico a vuestra merced que había uno de ellos que se llamaba Surre, vizcaíno, tan olvidado ya de cómo y por dónde se comía, que una cortecilla que le cupo la llevó dos veces a los ojos, y entre tres no la acertaba a encaminar de las manos a la boca.

El diputado volviose al oír su nombre, y palideció como en presencia de una aparición. Era don Andrés quien le llamaba. ¿Usted aquí? He llegado en el correo de Madrid. Hace dos horas que te busco por todas las fondas de Valencia. Ya sabía que estabas aquí... Pero vámonos, tenemos que hablar; este no es buen sitio.

Palabra del Dia

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