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Actualizado: 22 de junio de 2025
Basta decir que Mâcón ha sido tomado a mitad de la noche, que yo desperté a las dos de la madrugada entre el espantoso estruendo de los cañones, obuses y fusilería, vivísimo en todas las calles, y los más siniestros gritos de desesperación y de dolor. Nos creíamos todos perdidos.
No acostumbro tolerar que nadie se burle de mí, milord dije, creyendo efectivamente que era objeto de burlas. Caballero repuso fríamente el inglés , no tardaré en probar a usted que una extraordinaria conformidad entre su carácter y el mío ha engendrado en mí vivísimo deseo de entablar con usted sincera amistad. Óigame usted un momento.
Doña Juana levantó la cabeza, miró de una manera serena á don Francisco, que no había cesado de examinarla, y le saludó de nuevo. Este caballero añadió el conde , te pide por esposa. Pasó por los ojos de doña Juana algo doloroso, pero tan recatado, tan fugitivo, que ni su padre ni el duque lo notaron. Pero no pudieron dejar de notar el vivísimo color que cubrió las hermosas mejillas de la joven.
No había duda alguna de que las funciones ópticas se conservaban intactas, es decir, que D. Francisco veía; mas era tan penosa la impresión de la luz en sus ojos, que si por un instante se levantaba la venda, los crueles dolores y el ardor vivísimo que sentía obligábanle a ponérsela otra vez. Su mujer le cuidaba con un esmero y atención dignos del mayor elogio.
Eran ya las nueve, y la tierra abrasaba; el aire no se movía; las estrellas parecían más próximas según el fulgor vivísimo con que brillaban, y veíase entre las grandes y medianas mayor número, al parecer, de las pequeñitas, tantas, tantas que era como un polvo de plata esparcido sobre aquel azul intensísimo.
Ello quedaría entre usted y yo... ¡Cómo consentir que usted... con tanto valer, tanto mérito, con una figura como hay pocas, deje de lucir...!». Y siguió tal diluvio de elogios, que Rosalía se abanicaba más para atenuar el vivísimo calor que a su epidermis salía. Su bonita nariz de facetas se hinchaba, se hinchaba hasta reventar... «Voy a darle el refresco... son las siete» dijo de súbito.
«¡Cómo se conoce dijo al fin la sobrina con vivísimo tono de desprecio que no es usted persona decente! ¡Más que tú, marquesa del pan pringao! gritó la vieja, esgrimiendo de tal modo las manos, que Isidora vio los diez dedos de ella a punto de metérselos por los ojos. Usted no es mi tía. Usted no tiene mi sangre.
Su cara, enfundada en copiosa barba negra y revuelta, mostraba por entre tanto áspero pelo dos ojos desiguales, el uno vivísimo, dotado de un ligero movimiento rotatorio, el otro fijo y sin brillo; más abajo, y puesta como al acaso, una nariz ciclópea; más arriba una frente lobulosa, que estaba pidiendo algunos golpes de escoplo para ser como las demás frentes humanas; ítem, una cicatriz sobre la ceja derecha, resultado, según decía, del beso de una bala...
La diligencia rodaba á toda priesa, y como yo habia dormido, en vez de sueño sentia un vivísimo placer al aspirar el aire de la mañana, en medio de las colinas que van descendiendo como estribos de la serranía para disiparse al fin en las vastas llanuras de la Vieja Castilla.
La hermosura del país, con cuyos accidentes se sentía unida por una especie de parentesco, la escasa felicidad que había gustado en él, la miseria misma, el recuerdo de su amito y de las gratas horas de paseo por el bosque y hacia la fuente de Saldeoro, los sentimientos de admiración o de simpatía, de amor o de gratitud que habían florecido en su alma en presencia de aquellas mismas flores, de aquellas mismas nubes, de aquellos árboles frondosos, de aquellas peñas rojas, y como asociados a la belleza, al desarrollo, a la marcha y a la constancia de aquellas mismas partes de la Naturaleza, eran otras tantas raíces morales, cuya violenta tirantez, al ser arrancadas, producíala vivísimo dolor.
Palabra del Dia
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