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Robledo se defendió de esta acusación con gestos más que con palabras; pero como ella insistiese en presentarse cual una víctima de la injusta antipatía de los dos asociados, el ingeniero acabó por contestar: Watson y yo somos amigos de su marido, y nos da miedo ver la ligereza con que hace concebir usted ciertas esperanzas, tal vez equivocadas, á los que la visitan.

Las dos y media.... Se contempló de pies á cabeza en un espejo: traje gris obscuro, zapatos amarillos, un fieltro blanco de anchas alas echado sobre los ojos para evitar el sol. Nadie había visto así al príncipe. De lejos podían confundirle con un viajero de los que visitan de pasada la Costa Azul y vienen á conocer una tarde la ruleta de Monte-Carlo, marchándose en seguida. Las tres.

Gran consuelo es poseer, si no el sol, á lo menos una luna propia, un paraíso de suaves matices, que, cambiando siempre sin cambiar, da á esa vida inmóvil la poca variedad que necesitan todos los seres. Los niños empleados en las minas piden á los curiosos que las visitan, no víveres ni dinero, sino «algo con que producir la luzOtro tanto acontece con esos niños, nuestros aliótidos.

Lo que dicen los cicerones á los ingleses que visitan estas alhajas, y que por lo general es todo cuanto necesitan saber: que es toda de plata sobredorada con esmaltes, engastes de oro y pedrería, que pesa ciento nueve marcos, y que es obra de esquisito trabajo. La capilla del cardenal Salazar, llamada tambien de Sta.

Hay algunas tribus que ya no son salvajes, por su frecuente trato con nuestros compatriotas, que visitan el puerto de Deorj para adquirir conchas de tortuga, trépang, aves del paraíso, nidos de golondrinas, etcétera; pero los demás no tienen buena fama y algunos del interior son antropófagos. No ha mejorado, pues, nuestra situación. Tenemos nuestros fusiles y sabremos defendernos.

La esclava del sol puede estar orgullosa de su señor, que la presta la majestad bastante, para que reine durante la noche. El que no conoce el Océano; el que no ha vivido algunos días en sus dominios, es un sér imperfecto. Los árabes se conceptúan desgraciados hasta que no visitan la Meca; yo en cambio creo que la verdadera desgracia es la de morirse sin haber recorrido el Océano.

Tras consagrar un piadoso recuerdo á la milagrosa imagen de Antipolo, á la vista del río, cuyo cauce siguen la mayor parte de los miles de romeros que visitan el santuario, y después de una corta marcha, franca y desembarazada, entramos en la barra de Napindan, que abre la gran Laguna de Bay.

Si el movimiento de las gentes que circulan en la calle es curioso en un sentido, el de las que hormiguean bajo las arcadas y visitan las tiendas no es ménos entretenido Allí se codean: el indolente y espiritual frances, haciendo comentarios que revelan su eterno buen humor; el inglés vestido como un dandy, grave, tieso, altivo, maravillado de todo lo que ve, pero muy reservado en sus manifestaciones el aleman de las ciudades, locuaz hasta el prodigio, armado de su enorme pipa de porcelana y tubo de madera por donde arroja torrentes de humo, descuidado, brusco y casi primitivo en sus maneras, pero bondadoso y amable hasta hacerse perdonar sus toscos modales; la bernesa elegante, de rubia y hermosa cabellera, pero de fisonomía poco expresiva y belleza muy dudosa; en fin, el negociante activo, negligente en el vestir y preocupado solo con sus compras ó ventas.

Me encerraron en este convento..., luego vinieron esas señoras a decirme que era su sobrina..., me besaron..., lloraron mucho las dos...; luego dijeron que me iban a casar, y cuando les contesté: «Pues ya que me han puesto aquí, aquí he de quedarme toda la vida», ambas se afligieron mucho... Me visitan con frecuencia, acompañadas de un señor de edad, que me hace mil caricias y asegura quererme mucho; pero nunca he cedido a sus ruegos para salir.

Digna de aplauso es la constancia con que el actual primer magistrado de la Francia ha emprendido y terminado tan gigantescas obras. Aconsejo á los que visitan Paris que se detengan con frecuencia delante del Louvre, hay mucho que estudiar, hay mucho que admirar. Tambien merecen una visita especial y detenida los ricos museos que embellecen el interior, en particular los de pintura y escultura.