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Actualizado: 12 de julio de 2025


No hay nieve que se nos escape ni lluvia que se nos pase por alto, y todo esto, al cabo, es para ver a una mujer por red y vidrieras, como hueso de santo; es como enamorarse de un tordo en jaula, si habla, y si calla, de un retrato. Los favores son todos toques, que nunca llegan a cabes: un paloteadico con los dedos. Hincan las cabezas en las rejas y apúntanse los requiebros por las troneras.

Llamo al garçon, y le digo que se habian olvidado sin duda de poner las maderas á los balcones, y que una de las vidrieras no cerraba. El garçon se sonrió compasivamente. Hace cuarenta años, me dijo, que este hotel existe; tal como está hoy estuvo siempre, y todavía no se cuenta que haya sucedido la menor tentativa de robo. ¡Bah! no tenga usted miedo.

Don Víctor no llevaba traza de poner fin al palique y Ana misma se creyó en el caso de decir: Vaya, vaya... hasta mañana; Víctor, adentro, adentro. Y cerró las vidrieras en las narices de Álvaro y de los pollos. Paco y Joaquín desaparecieron en lo obscuro del corredor. Quintanar ya estaba de espaldas, allá en el fondo de la alcoba, en mangas de camisa.

Del grito que soltó, retemblaron todas las vidrieras del palacio. ¿Qué ocurre? ¿Qué sucede? exclamó el Papa, asomándose al balcón precipitadamente. Tistet Védène estaba ya en el patio, fingiendo que lloraba y mesándose los cabellos: ¡Ah, gran Padre Santo, qué pasa!

Barinaga hablaba con el letrero de la tienda, pero el Magistral sintió brasas en las mejillas, y antes que pudiera notar su presencia el vecino, se retiró del balcón y sin el menor ruido, poco a poco, entornó las vidrieras hasta no dejar más que un intersticio por donde ver y oír sin ser visto. Para mayor seguridad bajó la luz del quinqué y lo metió en la alcoba.

Por las vidrieras de las ventanas pasaban y repasaban, mecidas por el viento, las verdes copas de los árboles del jardín. La mesa era servida por criadas jóvenes, de rizados y blancos delantales. Sus caras, sanas y rojas como melocotones, daban una impresión de perfume primaveral semejante al de las flores que adornaban la mesa. Aresti estaba sentado al lado de su prima.

Para que veas que no te engaño dijo a su padre señalando al fondo del gabinete , mira qué obscuro está todo. En efecto: no se veía otra luz allá dentro que la que se filtraba por las rendijas de los postigos cerrados con sus aldabillas sobre las correspondientes vidrieras: la precisa para andar allí sin tropezones. Entonces fue don Alejandro quien se rió.

Para hacer media se sentaba junto a las cortinillas de las vidrieras del balcón, en una silla baja, tiesa, muy tiesa, y con la mirada fija en el tejemaneje de las manos, que parecían un argadillo. Así se pasaba horas enteras, si no tenía otra cosa más precisa en que ocuparse.

Por la parte de las vidrieras, que caían a la azotea del Casino, veíase, en efecto, un rostro de pisaverde, imberbe casi, destacándose entre la blancura de porcelana de primorosa camisa y nívea corbata de batista, cuyo triángulo cerraba una de esas ágatas llamadas ojo de gato, a que dio tan fabuloso valor el capricho de los elegantes de dos o tres años acá.

Yo la miro poco contestó Pilar . No le doy ese plato de gusto. ¡Sólo adopta esos ademanes teatrales para llamar la atención! ¡Fresco se ha quedado Albares! exclamó Amalia . ¡Ella ni se enteró de que estaba ahí! Todas se volvieron a mirar hacia las vidrieras. Ya no se hallaba allí el duque. Ahora se habrá ido escapado a intentar verla en el Parque. ¿Vamos a convencernos?

Palabra del Dia

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