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Actualizado: 24 de julio de 2025
Entáblase después entre Rodrigo y el Conde un diálogo breve y rápido, copiado exactamente por Corneille; aléjanse peleando, y el Conde grita detrás de la escena: ¡Soy vencido! Rodrigo reaparece, huyendo de la persecución de las gentes del Conde, á quienes detiene la Infanta. El Rey promete á Ximena su protección, y que Rodrigo será preso.
Hoy nos conducimos como niños dije; pero en días recientes nos hemos portado como hombres ¿verdad, Sarto, Federico, amigos míos? Hemos vencido a los traidores e instalado al Rey sólidamente en su trono repuso Sarto. De repente Tarlein, antes de que yo pudiese adivinar su propósito, se descubrió, se inclinó como solía hacerlo y me besó la mano, que retiré vivamente.
y tanto el vencedor es más honrado, cuanto más el vencido es reputado; así que, ya corren por mi cuenta y son mías las inumerables hazañas del ya referido don Quijote.
Vérod se levantó, y pasándose la mano por la frente, exclamó, vencido, perdido: ¡No diga usted eso!... Sí, es cierto... Tiene usted razón... Puede usted tener razón... ¡Pero no diga usted, no lo repita!... ¡Porque entonces, resulta que yo, yo mismo la he muerto!... ¡Muerta por mí!... ¡Por mí!... Mire usted... esta idea, esta sospecha, me destroza el corazón. ¡Siento que me vuelvo loco!
Y no sabemos cuánto tiempo hubiera esperado, si el mar, los vientos y los ingleses, no hubieran vencido á la Invencible; si por esto, doña Juana, que era del cuarto de la infanta doña Catalina, no hubiera ido á dar á su señora la nueva del fracaso, y no se hubiera encontrado sola en una galería obscura, con un hombre que tuvo buen cuidado de matar la luz antes de que pudiera reconocerle.
¡Pues bien! yo voy a decíroslo todo exclamó Juan, vencido por su emoción. Vale más que lo sepáis todo, vos que quedáis aquí, y volveréis al castillo... ¡y la volveréis a ver... a ella! ¿A quién?... ¿Quién es ella? ¡Bettina! ¡Bettina! ¡Yo la adoro, padrino, la adoro! ¡Pobre hijo mío! Perdonad que os hable de estas cosas... pero os lo digo como se lo diría a mi padre.
Si no, ¿me casaría? Ya casada, vencido el natural encogimiento que debo guardar, le demostraré mi ternura, y le haré ver que hay un tesoro de ella en mi alma, aunque escondido entre burlas y alegrías; y cuando vea el tesoro, y le goce, y conozca que es suyo, y mejor que cuanto podía él soñar, ha de conocer que no es mi corazón de corcho sino de almíbar y jalea, y se ha de poner como jalea y como almíbar, y ha de bailar y reír de gusto, declarando y confesando que se compaginan bien los regocijos con el verdadero amor, y las risas con la ventura más seria y más grave en el fondo.
Esperó en un zaguán, y cuando salió un lacayo le siguió y le dijo, fingiendo la voz de tal modo que no podía ser reconocido: Yo soy tal persona, que puedo hacerte mucho daño si te niegas á servirme, y rico si me sirves bien. Y diciendo esto, puso en las manos del lacayo algunos doblones de á ocho. ¿Y qué puedo hacer, señor? dijo el lacayo vencido completamente.
Mario se le puso delante con las manos cruzadas en actitud suplicante. Por lo que más quiera usted en este mundo, amigo García, le ruego que vayamos ahora mismo. ¡Pero si no hay tren, Sr. Costa! No importa, iremos en coche. Vaciló el delegado algunos instantes, puso varios reparos, pero al fin, vencido de las súplicas del desgraciado padre, se decidió a ir.
Sí, si he de acabar por ir, si estoy seguro de que al fin he de tomar el camino del Vivero, más vale ahorrarme el tormento de la batalla y declararme vencido. Iré». Y no pudo dormir una hora seguida en toda la noche. Pero esto era achaque antiguo ya. Desde que Anita «había vuelto a engañarle» don Fermín no gozaba hora de sosiego.
Palabra del Dia
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