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Actualizado: 11 de junio de 2025
Una semana ha necesitado Simón..., mejor dicho, he necesitado yo, para que él me ponga al corriente de todas esas cosas en que estoy obligada a entender desde que falta tu padre. ¡Qué despilfarros, hija mía, y qué barullos!... Lo que Simón dice: «aquí no se ha tratado más que de pedirle dinero; grandes sumas, cada vez más grandes, sin pararse a considerar que no siempre lo hay disponible, y que cuando no lo hay así, el adquirido de prisa cuesta muy caro; y de este modo se van eslabonando unas trampas con otras... hasta que se llega al punto a que se ha llegado en esta casa». No vayas a creerte, hija mía, por esto que te digo, que estemos a pique de salir a pedir el pan que hemos de comer mañana; pero lo cierto es que el estado de nuestra fortuna es, relativamente, muy grave; que llegará a serlo mucho más si no se le pone luego el remedio que necesita, y que hay que decidirse a ponérsele, sin la menor tardanza.
¿Qué quieres que haga? preguntó con angustia. Que no te manifiestes tan rendido, hombre. Que no seas tan melón. No vayas tanto a su casa. No la mires con ojos de carnero a medio degollar. Llévale la contraria cuando diga alguna tontería: insinúala que hay mujeres que te gustan mucho más. Date un poco de tono, y ya veras cómo el asunto toma mejor aspecto....
Tan enfermo, que esta mañana, después de haber hecho testamento, me llamó y me dijo: Juan, es necesario que te vayas á Madrid en busca de tu tío Francisco, yo me muero; es necesario que antes de que yo muera reciba mi hermano esta carta, que he escrito con mucho trabajo esta noche. Y sacó de debajo de la almohada esta carta cerrada y sellada que me entregó.
Valentina tuvo, en efecto, lástima de él, y le dejó; pero todavía le retorció el pellejo de los brazos unas cuantas veces. A mí no se me engaña, ¿lo sabes? ¡A mí no se me engaña! Si vuelvo a saber que has estado con ella, excusas de venir más por aquí. Bueno, te prometo no hablarla más; pero no vayas a hacer caso del primer cuento que te traigan.
«Después me levanté y quise acercarme a Magdalena; pero su padre me salió al paso y me dijo: » Ahora duerme; no vayas a despertarla. »Y llevándome a la antesala, agregó: » Ya ves, Amaury, que es indispensable tu partida. Si eso hubiese sucedido en mi ausencia, si yo no llego a estar aquí para dirigirte, ¡sabe Dios lo que sería de Magdalena a estas horas! Sólo el pensarlo me aterra.
Ahora dobla como yo..., así..., una punta con otra... Bien, ahora tira otra vez..., más..., más todavía... ¡Basta!... Ahora vuelve a doblar..., tira otra vez... ¡Bastante!... Acércate ahora a mí... Trae... Esto corre ya de mi cuenta... Vamos a otra... Toma las dos puntas..., sacude bien y estira... Ten cuidado que ésta tiene guarnición..., no vayas a romperla... Estas son las sábanas de mamá y María.
Pero en fin, allá se entenderá con Dios; y entre tanto, lo que importa es que afloje los cuartos para mi obra. Y que le ha de valer para su alma, aunque él no quiera... Con que a ver si me le catequizas. Haré lo que pueda... Veremos, le diré algo... No vayas a olvidarte... Adiós, hija de mi alma. Me voy; esta noche me contarás lo que te diga.
¡Martín! ¡Martín! le dijo sollozando . Me han asegurado que quieres ir con el ejército a subir a Peñaplata. ¿Yo? Sí. Es verdad. ¿Y eso te asusta? No vayas. Te van a matar, Martín. ¡No vayas! ¡Por nuestro hijo! ¡Por mí! Bah, ¡tonterías! ¿Que miedo puedes tener? Si he estado otras veces solo, ¿qué me va a pasar, yendo en compañía de tanta gente? Sí, pero ahora no vayas, Martín.
...Después, embriaguez mayor todavía, la entrada en la espesura para encontrar la buena pista; el gozo de encontrarse solo con ella. La hubiera seguido así hasta el fin del mundo. Y, sin embargo, todo le decía que debía huir de la peligrosa sirena... Su razón le gritaba: «¡Detente!... no vayas más lejos. El espíritu es fuerte, pero la carne es débil.
Al oír esto, Lorenzo, que trasponía la puerta del comedor, se detuvo un instante y antes de continuar dijo: ¿También sería tontera criticarte eso?... y se alejó. ¡Ven... no te vayas... ché Lorenzo!... ¡Si no me voy a emborrachar! dijo Melchor en voz alta y prorrumpió en una carcajada...
Palabra del Dia
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