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Actualizado: 12 de junio de 2025
En ese instante nos detenía un joven grueso, de lentes, rosado, rubio y lindo como un retrato al pastel, con un ambiente de insignificancia que se aspiraba de lejos. Muy buenas noches, señorita. ¿Quiere usted darme el próximo vals? No me es posible, doctor Bello, estoy comprometida contestole Blanca con indiferencia. ¿La cuadrilla?... Me fatiga bailar cuadrillas replicole en el mismo tono.
Corroboraba en su mente tan triste persuasión el pensamiento de ciertas habilidades que él veía en otros hombres, y de las cuales se juzgaba incapaz. El vals era su desesperación.
Al empezar el servicio del primer plato, la orquesta, que estaba oculta en una de las galerías contiguas, empezó a tocar un precioso vals, cuyos sones, amortiguados por la distancia, llegaban dulces y halagüeños.
Dime, hija mía, lo que deseas, porque todo es preferible al oculto pesar que aflige tu corazón. ¿Habla usted de veras, papá? exclamó Magdalena, en cuyos ojos brilló un destello de alegría. ¿Va usted a complacerme? Sí, aunque sea contra mi voluntad. Así, pues, ¿me permitirá bailar un vals, uno solo, con Amaury? Sí; si así lo quieres, sea dijo el doctor.
Resuenan silbidos, el señor que tiene firmeza de caracter vuelve la cabeza airado creyendo que le silban; se oye galopar de caballos, se nota movimiento; cualquiera diría que ha estallado una revolucion ó cuando menos un motin; no, la orquesta suspende el vals y toca la marcha real; es S. E. el Capitan General y Gobernador de las Islas el que llega: todas las miradas le buscan, le siguen, le pierden y aparece al fin en su palco y, despues de mirar á todas partes y hacer felices á algunos con un omnipotente saludo, se sienta como si fuera un hombre sobre el sillon que le espera.
Pero María Elvira no pensó en contestarlo, contentándose con mirarme un instante más y apartar la vista con una corta sacudida de hombros. Vamos me dijo bruscamente. Quiero bailar este vals. Es justo me levanté. El sueño de vals que bailábamos no tiene nada de divertido. No me respondió. Mientras avanzábamos al salón, parecía buscar con los ojos a alguno de sus habituales compañeros de vals.
Después de esto, Blanca me daba una lección de baile, mientras él ejecutaba con brío un vals propio. Otras veces el profesor era él; mi prima iba al piano, y el comandante y mi tío nos contemplaban con complacencia, mientras yo giraba en brazos del señor de Couprat, en medio de una alegría indecible. ¡Qué lindos días! No hacíamos un proyecto en que él no estuviera incluido.
»Cuando esta mañana me ha explicado el doctor cómo había pasado la noche su hija, según suele hacerlo cotidianamente antes de entrar yo en su cuarto, le dí cuenta de la obstinación que mostraba Magdalena por oír el vals en cuestión. Reflexionó unos instantes, al cabo de los cuales, respondió: » ¡Ya te lo decía yo! ¡Ya ves cómo eran ciertos mis temores!
Entre aplausos y risas bailó con Amparito, mientras su hijo los contemplaba enternecido, renegando tal vez en su interior de su condición de poeta soñoliento y enemigo de superfluidades, que no le permitía aprender cómo se mueven las zancas en el vals, ¡El mismo demonio era el señor Cuadros, a pesar de sus años y del enorme bigote!
Oía los hermosos proyectos que hacían Makaraig y Sandoval y le sonaban á ecos lejanos; las frases del vals le parecían tristes y lúgubres, todo aquel público, fátuo é imbecil, y varias veces tuvo que hacer esfuerzos para contener las lágrimas.
Palabra del Dia
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