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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Olmedo no podía aguantar más la horrible desazón, el asco y el vértigo que sentía; pero continuaba con el cigarro en la boca haciendo que tiraba de él, pero sin chupar cosa mayor. Feliciana, por su parte, había empezado a campar por sus respetos. Lo dicho, la honradez y el amor eran cosas muy buenas; pero no daban de comer. El calavera de oficio no se permitió aquella noche ninguna barrabasada.
Y de sus labios, que parecían empequeñecerse para ocultar la palpitación de un beso, se desprendía una singular y poderosa seducción. Un vértigo atravesó el alma de Muñoz. La angustia le oprimió, una angustia extraordinaria, en que se confundían los celos agudos con el temor sombrío de perderla.
La fuente de la riqueza es el trabajo: fuera de él se busca en Paris y se adquiere con los auxiliares que se ofrecen, ora la prostitucion ora el vicio. Los hombres, las mujeres, corren desatentados en confuso torbellino en busca del dinero, y un vértigo les empuja, una sed hidrópica de oro los consume.
El amante de María la comedianta y Margarita la monja, sin ser hombre de mala índole, fue detestable rey: nacido acaso para que en él se mostrase de qué modo ciertas instituciones tuercen y bastardean la condición humana; porque así como las alturas de la Naturaleza causan el vértigo, en las cumbres sociales la tentación triunfa de la voluntad y la lisonja sofoca la virtud.
Ganada por su parte y sin darse cuenta de ello por la llama penetrante de aquel amor que se estaba incubando hacía mucho tiempo en el fondo de su ser, la tranquila, la prudente y severa Julieta, aturdida y fascinada por una especie de vértigo, se abandonaba inconscientemente a la ola de sensaciones nuevas, tumultuosas y confusas que turbaban vagamente su alma virginal.
El vértigo de Paquita Juárez fue un estado crónico desde que la casaron, muy joven, con D. Antonio María Zapata, que le doblaba la edad, intendente de ejército, excelente persona, de holgada posición por su casa, como la novia, que también poseía bienes raíces de mucha cuenta. Sirvió Zapata en el ejército de África, división de Echagüe, y después de Wad-Ras pasó a la Dirección del ramo.
Nunca tu padre manchará tu frente, Donde brilla la luz del inocente Como en los rios nubes de zafir; Por mostrarte la crápula del vicio, Jamas te acercaré del precipicio Que vértigo derrama en el vivir.
Sabía por experiencia el oficial lo que costaba muchas veces esta curiosidad, y no les permitía prolongarla: «Adelante, adelante.» Llevaban hora y media caminando. Los dos viajeros empezaron á sentir la fatiga y la desorientación de esta marcha en zigzag. No sabían ya si avanzaban ó retrocedían. Las rudas pendientes, las continuas revueltas, produjeron en ellos un principio de vértigo.
Ya habían cesado de bailar los más resistentes y ellos seguían valsando, y aun no contentos con esto, aceleraban el compás en medio de su vértigo sin ver ni oír ya nada, ciegos de amor y ebrios de dicha. Las luces, los convidados, el salón, todo les parecía que rodaba en torno suyo.
Estaba molido; sus piernas entumecidas negábanse a obedecerle, y la debilidad y el cansancio le producían, en ciertos momentos, algo así como asomos de vértigo. Toda la feria adquiría un aspecto fantástico alumbrada por las bengalas, que tan pronto la coloreaban de alegre rosa como daban a las personas un tinte lívido.
Palabra del Dia
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