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Actualizado: 24 de mayo de 2025


Hace sufrir el vértigo del infinito, lo mismo que cuando se mira arriba con el telescopio ó abajo con el microscopio. ¿Sabe usted cuántas combinaciones pueden hacerse con una baraja de cincuenta y dos cartas?... No cómo decírselo: ni el diccionario ni la aritmética conocen esta cifra por inútil, pues está mas allá de los cálculos humanos.

Enardecidos por esta actividad mortal, embriagados por la celeridad destructora, sometidos al vértigo de las horas rojas, Lacour y Desnoyers se vieron de pronto agitando sus sombreros, moviéndose de un lado á otro como si fuesen á bailar la danza sagrada de la muerte, gritando con la boca seca por el acre vapor de la pólvora: «¡Viva... viva

Era más que baile un ejercicio gimnástico, un delirio de acróbata, un movimiento frenético como el de las danzas guerreras de las tribus africanas. La hembra no sudaba ni enrojecía: continuaba sus vueltas fríamente, sin apresurar el paso, mientras el compañero, poseído del vértigo de la velocidad, jadeaba con el rostro congestionado, retirándose trémulo de fatiga a los pocos minutos.

Pero para sentirse poderosamente atraído por el vértigo de la cascada, es preciso mirar hacia arriba, por encima del sitio donde el agua cesa de correr y, describiendo su curva, se lanza libre al espacio.

Lo que a usted le conviene, Manuela, es comprar el caballo cuanto antes, pues si las gentes las ven a ustedes paseando muchos días como hoy, harán maliciosos comentarios. Los que estamos a cierta altura debernos mirarnos mucho en nuestras cosas. Y el afortunado majadero, al hablar de la altura, cerraba los ojos como si sintiera el vértigo de los que se hallan en la cúspide.

El estudiante está en Estrasburgo; es inútil que mires; no viene. ¡Cuánta amargura debe hervir en el alma de esa mujer! Parece que cruza y confunde sus miradas, como si una idea agujerease su cerebro, y se pasa la mano por la frente con mucha frecuencia. Es bien seguro que está sudando de congoja; es seguro que algun vértigo la amenaza.

La primera vez que me alegro de separarme de ti, Velázquez repuso éste estrechándole la mano. Acometidos de un vértigo, todos hablaban y nadie se entendía. Mas aquí que el prudente Frasquito se acerca á Velázquez y le dice misteriosamente: Oye, chico, pero ¿vas á perder el dinero del pasaje?

El día que sobre esta dificultad, de la cual no puedo descender, me venza el vértigo... me llorarás como hombre muerto. Muerto no, caído de muy alto. No importa, de todos modos, el hecho es fúnebre. Y no es así como entiendo que debes acabar. Baste con que la vida nos mate todos los días un poco; por Dios, no la ayudemos a concluir más de prisa con nosotros.

No; es el entusiasmo sistemático, ordenado, administrado poco a poco. Un año después todavía no han concluído las parroquias de dar su fiesta; el vértigo oficial pasa de la ciudad a la campaña, y es cosa de nunca acabar. La Gaceta de la época está ahí ocupada año y medio en describir fiestas federales.

Aquellos peces, que parecen hombres, saltan, punzados, atravesados, abiertas las carnes, tiñendo el agua con su sangre por momentos. Su dolorosa agitación, el furor de que están poseídos sus verdugos, el mar que ya no es mar, sino un no qué espumoso que vive y humea, todo esto produce el vértigo.

Palabra del Dia

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