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Actualizado: 12 de julio de 2025
La alemana habló al principio con timidez, en tercera persona, evitando el tuteo de la pasión; pero luego, con súbita familiaridad, se expresó libremente, lo mismo que cuando paseaban por la cubierta a altas horas de la noche. Me has hecho mucho daño. ¡Lo que yo he sufrido!... Quise odiarte, y no pude... Al verte con otra, huía, huía, detestando a tu compañera; pero a ti no.
Gallardo, con su memoria fisonómica de hombre de muchedumbres, reconocía sus rostros y admitía el tuteo. Eran camaradas de escuela o de infancia vagabunda. No marchan los negocios, ¿eh?... Los tiempos están malos pa toos. Y antes de que esta familiaridad los animase a mayores intimidades, volvíase a Garabato, que permanecía con la cancela en la mano.
»¡Por Nuestra Señora de Atocha! ¡Cuando se viaja así frente a frente! Y además, como la señora tuteó al caballero... »¡Es verdad! le dije, sintiendo que mi corazón desfallecía. »Sí le decía ella: Carlos, ¿qué piensas de este polvo? ¿Verdad que viajamos como los dioses envueltos en una nube? »Basta les dije, partamos. »Llegué a Sevilla sin fuerzas casi para sostenerme.
Los infames se habían metido en el salón, y estarían en aquel instante arrullándose, con la primera delicia del amor naciente, vacilando en usar el confianzudo tuteo. Y él... abajo, solo con su desesperación; pero sabría vengarse. Sus ilusiones de venganza le conmovían tanto, que se sentía próximo a estallar en sollozos.
Se explicaba, en efecto, de este modo y muy sencillamente, el tuteo y la familiaridad entre el médico y la nieta del Marmitón; pero lejos de oponerse, ¿no ayudaba esto a lo otro que yo sospechaba? Apunté, como en chanza, unas indagaciones en este sentido. Igual que si hubiera dado con los nudillos en una peña del monte. Hasta dudé si Neluco se había enterado de ellas.
Cerca de la estación, un hombre se aproximó á la pareja: un señor respetable, canoso, con chaqué viejo y gafas. Les dió la tarjeta de un hotel que poseía en las inmediaciones, ensalzando las cualidades de sus cuartos: «Todo el confort moderno... Agua caliente.» Ferragut la tuteó por primera vez. ¿Quieres?... ¿quieres?... Ella pareció despertar, abandonando bruscamente su brazo.
No, aquí no dijo ella . ¡Por nada del mundo!... Seré tuya, te lo prometo: te doy mi palabra. Pero donde yo quiera, cuando á mí me parezca... ¡Muy pronto, Ulises! El sintió toda la voluptuosidad de estas afirmaciones, hechas con una voz acariciadora y sumisa; todo el orgullo de este tuteo espontáneo, que equivalía á una primera entrega.
Aunque Miguel no llegaba á comprender este parentesco, tuteó á la joven, mientras la criolla sonreía viendo ya á Alicia con una corona de princesa haciendo reverencias ante el zar.
Ella le había tratado de usted hasta este momento, por miedo á ser oída y por mantenerle á distancia, como si hablase con un amigo. Pero la tristeza de su amante acabó con su frialdad. No; yo te quiero á ti... yo te querré siempre. La sencillez con que dijo esto y su repentino tuteo infundieron confianza á Desnoyers. ¿Y el otro? preguntó con ansiedad.
Don Antolín había conocido a Gabriel siendo niño y le tuteaba. En el cura ignorante subsistía aún el recuerdo de los grandes triunfos alcanzados por Luna en el Seminario, y al verle pobre y enfermo, refugiado en la catedral casi de limosna, su tuteo de superioridad no estaba exento de cierta admiración. Gabriel, por su parte, temía al Vara de plata, conociendo su fanatismo intolerante.
Palabra del Dia
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