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Actualizado: 3 de septiembre de 2025


Como suelen hacer en tales casos los amantes desdeñosos, en vez de escuchar las lamentaciones y las quejas de la reina, el barítono aprovechó el descanso para toser y escupir disimuladamente, y después se puso a revisar con gran descaro los palcos, donde lucían su belleza las señoras más encopetadas.

Si estos medios no son posibles, queda aún el recurso de meter un gato, es decir, hacer esconder en la casa un cómplice que a una hora dada franqueará la entrada. Este papel de gato no lo desempeña cualquiera es necesario dedicarse a él y hacerse una especialidad; acostumbrarse a estar inmóvil por horas enteras; a respirar sin hacer ruido; a no estornudar ni toser; en fin, a hacerse un cadáver.

Cuando llegó y dejó de nuevo el aparato sobre la mesa, los ojos se volvieron anhelantes hacia el jefe de la familia, quien, después de toser otras dos o tres veces, dijo solemnemente, dirigiéndose a su hijo Carlos: Carlitos, ten la bondad de desarmar el aparato, a fin de que sepamos, si es posible, dónde reside la falta.

Hallándose presentes la de Jáuregui y su sobrina, estuvo la Dura un ratito como quien desea romper a toser y no puede. Las tres mujeres la miraban con pena, lamentándose de no saber aliviarle aquel ahogo... «Bebe un poco de agua» le dijo Fortunata incorporándose. Pero aquello pasó, y la infeliz volvió a hablar, cortando mucho las frases y tomando aire a cada palabra.

El buen hombre se contentaba con toser, guiñaba á su oficial y miraba hácia la calle, como para decirle: ¡Pueden espiarnos! ¡Por lo de la opereta! continuó el obrero. ¡Ohó! exclamó uno que tenía cara de simple; ¡ya lo decía yo! Por eso... ¡Hm! repuso un escribiente en tono de compasion; lo de los pasquines es cierto, Chichoy, ¡pero te daré su explicacion!

Y con ambos puños cerrados se daba terribles golpes en el pecho, que retumbaban en todo el aposento y le hacían toser horriblemente, y le produjeron a poco un ligero vómito de sangre... Monina, falta ya de valor al verse al lado de allá de la puerta, agarrábase, con los labios blancos, a las faldas de su aya, preguntando muy bajito: ¿Se ha morido ya?...

Al cabo de un rato bien largo de toser, cambiar de punto de apoyo, manosear el sombrero y luchar con sus greñas, comenzó así el aldeano: Pues, señor, yo soy, pa lo que usté mande, Cleto Rejones, y vivo aquí, á la esquierda, cancia la juenti, como el que tira á la mies del Jalecho, en una casa sola que usté habrá visto al ir á cazar esta mañana..., que tiene un higar delante....

Se introducía en las asquerosas moradas que ocupaban, las catequizaba haciendo esfuerzos titánicos de oratoria que le ponían rojo como un tomate y le obligaban a toser y escupir de un modo imponente. Y cuando el arte de Bossuet no producía efecto, apelaba al dinero.

D. Joaquín también sintió cierto picor en la garganta, que le obligó a toser volviendo la cabeza. D.ª Serafina no contestó a la pregunta, porque se distrajo hablando con D.ª Eloisa. La conversación cambió de rumbo, como si tácitamente todos convinieran en que aquél era peligroso. Poco después cesó de ser general, y volvieron a formarse los grupitos de costumbre.

Y añadió en voz misteriosa: ¡Es una jugada del chino Quiroga! ¡Ejem, ejem! volvió á toser el maestro pasando el sapá del buyo de un carrillo á otro. Créeme, Chichoy, ¡del chino Quiroga! ¡Lo he oido en la oficina! Nakú, ¡seguro pues! exclamó el simple, creyéndolo ya de antemano. Quiroga, continuó el escribiente, tiene cien mil pesos en plata mejicana en la bahía. ¿Cómo hacerlos entrar?

Palabra del Dia

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