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¡Alto a la polecía!... ¡No se mueva naides! Vino el dueño de casa y se acercó al que gritaba, que no era otro que el sargento de policía que andaba de recorrida: ¿Qué busca, mi sargento, por estos pagos? ¿En qué le podemos servir? ¡En nada, amigo!... ¡A ver, caballeros, formensén en ese limpio : vamos a revisar las papeletas !

Tras el pocillo de aromoso chocolate, dio a Julián la mejor cama y habitación que poseía, y le despertó cuando la gaita floreaba la alborada, rayando ésta apenas en los cielos. Fueron juntos los dos clérigos a revisar el decorado de los altares, compuestos ya para la misa solemne.

Como tenía la cabeza tan mareada, efecto de los inauditos acontecimientos de aquellos días, de la ausencia de Benina, y ¿por qué no decirlo? del olor de las flores que embalsamaban la casa, no le había pasado por las mientes el revisar las resmas de papeletas que en varios cartapacios guardaba como oro en paño.

Antes de que pudiera comprender que todo aquel centellear de vidrios procedía de los colgajos de la lámpara del comedor, iluminados por una vela que acababa de encender Doña Paca para revisar los cuchillos que de la casa de préstamos acababa de traerle Juliana, apareció esta en la puerta del comedor, y cortando el paso a la pobre vieja, le dijo entre risueña y desabrida: «Hola, Nina, ¿ por aquí? ¿Has parecido ya?

Para ellos, el Chucro, si existiese, era un hombre mortal, de carne y hueso, y no el espeluznante fantasma que se figurara la imaginación gauchesca. Especialmente encargado por el jefe de policía de la provincia, el comisario Rodríguez fue a revisar prolijamente las islas donde debía habitar el ogro. Acompañábalo un corto piquete de cuatro o cinco hombres.

El ganado rumiaba la yerba seca en el fondo de los establos; los paisanos mascaban las castañas al amor de la lumbre y sólo salían cuando escampaba para abrir y limpiar las pequeñas acequias de los prados, ó revisar las paredillas y setos que las cierran. También solían ir al monte á cortar leña ó en busca de helecho y árgoma para hacer cama á las reses.

Pero Rufete no se movía, y a la dudosa claridad que en el cuarto entraba se entretenía en revisar sus listas de traidores y sus listas de isabelinos.

Aguardó, pues, entretenido en revisar papeles hasta que creyó llegado el momento de enviar nuevamente el criado a saber si el padre Ortega había despejado. Mas cuando iba a hacerlo entraron a avisarle que estaban allí unos cuantos señores, entre ellos Calderón, que deseaban verle. El banquero frunció el entrecejo. ¿Habéis dicho que estaba en casa?

Porque esto es matarme el periódico. ¿Quién quiere usted que lea, si no es jocoso, ni mordaz, ni superficial? Si tiene además cinco columnas... todos se me han quejado; nada de artículos científicos, porque nadie los lee. Perderá usted su trabajo. ¡Oh, qué placer el de ser redactor! Encárguese usted de revisar los artículos comunicados, y sobre todo las composiciones poéticas de circunstancias...

Como suelen hacer en tales casos los amantes desdeñosos, en vez de escuchar las lamentaciones y las quejas de la reina, el barítono aprovechó el descanso para toser y escupir disimuladamente, y después se puso a revisar con gran descaro los palcos, donde lucían su belleza las señoras más encopetadas.