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Actualizado: 28 de junio de 2025
Después, en la lejanía de un campo, junto a unos murallones de ladrillo, se alza un tablado, encima del cual, destacando sobre el cielo, se ven cuatro hombres que sientan a otro por fuerza en un banquillo, tras el cual, a manera de respaldo, hay un madero tieso... ¡Qué horrible pesadilla!
Al entrar él, volvíanse todos para contemplar la fisonomía de ese anciano, firme y tieso con sus setenta y dos años, sus largas barbas canas, su interminable hopalanda, su ojal lleno de cintas con los distintivos de todas las academias científicas, y aquel extraño aspecto, que revelaba a un tiempo timidez y desenvoltura.
¿No conoces en León a la persona aquí apuntada? siguió Colmenar señalando con la uña el renglón de la lista . ¿Un viejo muy guapo y fornido, muy tieso aún, Joaquín González, el Leonés? ¡El Leonés! Si no hay cosa que más conozca. Varias veces vino a asuntos al Gobierno civil de León. Claro que le conozco. Y ahora recuerdo; es verdad que tiene una chica, pero en esa sí que no me fijé jamás.
Eran tres, lo único que quedaba ya de los Butibambas de Villavieja: un señor don Gonzalo, alto, huesudo y pálido, con la cabeza calva y la cara muy rasurada, tieso corbatín y levita negra muy ceñida, bastante pasada de moda y de uso.
El inglés, grave y tieso, vino a sentarse sobre las rodillas de Concha la Carbonera, que le recibió a pellizcos, desternillándose de risa. Mi dar a ti un beso antropófago, ¿no quieres? ¿Un beso como en tu tierra? Más allá. Bueno, venga respondió la pobre, sin imaginar lo que pedía. El inglés se inclinó y le dio un mordisco feroz en el carrillo. La chica lanzó un grito penetrante.
Un rato estuvo Ido del Sagrario ante el establecimiento de El Tartera, que así se llamaba, mirando los dos tiestos de bónibus llenos de polvo, las insignias de los bolos y la rayuela, la mano negra con el dedo tieso señalando la puerta, y no se decidía a obedecer la indicación de aquel dedo. ¡Le sentaba tan mal la carne...! Desde que la comía le entraba aquel mal tan extraño y daba en la gracia estúpida de creer que Nicanora era la Venus de Médicis.
Se deja estar tieso como una estaca y espera que ella le presente la boca y adelante los labios; entonces, por un instante, posa en ellos los suyos temblorosos y siente un leve estremecimiento en todo el cuerpo. Los dos se quedan uno al lado del otro, sonriendo tímidamente, con las mejillas encendidas.
Era un caballero tan almidonado y tan tieso que a serlo de igual modo el noble fundador de su estirpe fuera imposible que hiciese al rey aquel saludo que le valió el ducado. Naturalmente mientras este señor no se ablandase un poco con la humedad no había que pensar en boda, porque Gonzalito tenía más miedo a su padre que al mar embravecido.
Tal vez le damos de almidon un cesto, Tal de algarrobas con que el vientre llena, Y no se estriñe, ni se va por esto. Sea, le respondi, muy norabuena, Tieso estoy de celebro por ahora, Vaguido alguno no me causa pena. La nuestra en esto universal señora, Digo la poesia verdadera, Que con Timbreo y con las musas mora,
Gutiérrez no podía darme nada de esto. Los galanes que me enamoraban no podían dármelo tampoco. Yo sufría, yo estaba humillada: yo soñaba en el gran señor que debía cubrirme de oro. Me importaba poco que fuese viejo y feo, con tal de que fuese rico y generoso. Yo necesitaba humillar á mis compañeras. Una tarde vi en un aposento á un señor muy grave y muy tieso, y al parecer muy rico.
Palabra del Dia
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