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El joven estaba atontado; miraba al joyero con ojos donde se pintaba el terror, sintió que sus estremidades se enfriaban y mil confusas ideas cruzaban por su mente; veía las calles ensangrentadas, oía el tiroteo, se encontraba entre muertos y heridos y ¡singular fuerza de la aficion! se veía á mismo con su blusa de operador cortando piernas y estrayendo balas.

Nuestros personajes formaban en medio del salón un grupo compuesto de tres hombres y dos mujeres que hablaban con una calma y una corrección perfectas. Y, sin embargo, todos eran presa del terror ó de la cólera, sus corazones destilaban cólera y sus bocas contenían difícilmente las provocaciones y los ultrajes. Voy á cantar puesto que lo desean ustedes, dijo Jenny Hawkins. Colocarse, señores.

Que el secreto era algo que la afectaba a ella o a su honor, parecía evidente, porque cada vez que yo le indicaba que sería bueno obligar a ese hombre a que se enfrentara cara a cara con ella, se estremecía de terror a la sola idea de la espantosa revelación que en venganza podía hacer.

23 Sus sepulcros fueron puestos a los lados de la huesa, y su ayuntamiento está por los alrededores de su sepulcro; todos ellos cayeron muertos a cuchillo, los cuales pusieron miedo en la tierra de los vivientes. 26 Allí Mesec, y Tubal, y toda su multitud, sus sepulcros en sus alrededores; todos ellos incircuncisos muertos a cuchillo, porque habían dado su terror en la tierra de los vivientes.

En efecto, cuando sintió caliente la cabeza más de la cuenta el espíritu maligno, se apresuró a arrancarse la peluca, y la careta, quedando al descubierto el rostro de Levita, donde se pintaba el terror. ¡Levita! gritó el público alborozado. El granuja que tenía este apodo, privado de sus atributos infernales, confuso y avergonzado, se retiró de la escena. Al poco rato empezó a arder otra peluca.

Sus ojos se abrieron inmensos; una llama subió á su frente; después se puso pálida como una muerta y sus manos se abrieron y se cerraron en el vacío. Quiso hablar y no pudo más que producir un ruido que lo mismo expresaba alegría que terror.

Volviendo á la historia terrible de la Plaza, dije al brigadier: lo malo tiene la ventaja de que no es necesario que nadie lo extirpe: él tiene el encargo providencial de extirparse á mismo. La guillotina mató la guillotina; el terror mató al terror; la barbarie mató á sus hijos, como el Saturno de la Fábula, y concluyó por matarse á propia. ¿Qué es aquella columna?

Y hablaba del régimen de terror que reducía al silencio toda la campiña. La ciudad rica, odiada por los siervos del campo, velaba sobre ellos con un gesto cruel e inexorable para ocultar el miedo que les tenía. Los amos poníanse en guardia a la menor conmoción.

De éstas no sabe más que lo que a la suya se refiere, y como ésta no ve mucho más allá de sus narices... de ahí que... ¡tente pluma! ¿Cómo es posible que un hombre de tan corta vista logre entender que el fin moral de la tragedia es purgar nuestras pasiones por medio de la compasión y del terror, mientras que el de la comedia es corregir nuestros vicios por medio del ridículo?

Porque eres su padre, , su padre. ¿A que no lo niegas? añadió acercando con mimo su rostro al de él y poniéndole los labios en el oído. Voy a traértela. Pero ¿va a venir el ama? preguntó él con terror. No, hombre, no replicó riendo. Vendrá ella solita. Verás qué bien camina ya. El conde abrió los ojos con una expresión estúpida que la hizo reír aún más.