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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Vamos, Teodoro, ahí tienes la campanilla, ¡sé un hombre! Calló el enlutado caballero. Yo bien sé lo que se debe a sí mismo un cristiano.
Yo te llevaré a la casa.... ¡No quiero, que no quiero!, gritó ella levantándose de un salto, y poniéndose frente a Teodoro, que se quedó absorto al ver su briosa apostura y el fulgor de sus ojuelos negros, señales ambas cosas de un carácter decidido.
Ya la están ordeñando dijo antes de saludarles . Supongo que todos tomarán leche. ¿Cómo va ese valor, doña Sofía?... ¿Y usted, D. Teodoro?... ¡Buena carga se ha echado a cuestas! ¿Qué tiene María Canela?... una patita mala. ¿De cuándo acá gastamos esos mimos? Entraron todos en el patio de la casa.
Largo rato después hallábase en el mismo sitio, con la cabeza inclinada sobre el pecho, las mejillas encendidas y los celestiales ojos mojados de llanto, cuando acertó a pasar Teodoro Golfín, que de la casa de Aldeacorba con tranquilo paso venía.
Y en lo de saber practicar la caridad con prudencia y tino, tampoco creo que me eche el pie adelante persona alguna.... No consiste, no, la caridad en dar sin ton ni son, cuando no existe la seguridad de que la limosna ha de ser bien empleada. ¡Si querrás darme lecciones!... Mira, Teodoro, que en eso sé tanto como tú en el tratado de los ojos. Sí, ya sé, ya sé, querida, que has hecho maravillas.
Nació y murió en Manila, Abril 1869 y Mayo 1901, respectivamente, cursó el bachillerato en escuelas privadas, y en centros oficiales de enseñanza dibujo y rudimentos de escultura. Se consagró luego a este arte en el taller de su padre, don Romualdo Teodoro, imaginero de nota. En sus vagares cultivó la poesía amatoria y la patriótica, siempre en castellano.
Aquí están dijo el señor ingeniero y su hermano, el caballero de anoche. Miraban los tres hombres con visible interés al ciego que se acercaba. Hace rato que te estamos esperando, hijo mío dijo el padre tomando a su hijo de la mano y presentándole al doctor. Entremos dijo el ingeniero. ¡Benditos sean los hombres sabios y caritativos! exclamó el padre, mirando a Teodoro . Pasen ustedes, señores.
Y luego una voz perturbada murmuró: ¿El señor Teodoro? ¿El señor Teodoro, del Ministerio de la Gobernación? Me levanté lentamente sobre mi cama, y, respondí bostezando: ¡Soy yo, caballero! El individuo inclinó el espinazo, como a presencia del Rey Bobo se arquean los cortesanos. Era pequeño y gordo: venerables lentes de oro relucían en su faz bonachona, que parecía la personificación del Orden.
Hoy han levantado la venda a Pablo.... Dicen que ve algo, que ya tiene vista.... Ulises, el jefe de taller, lo acaba de decir.... Teodoro no ha venido aún, pero Carlos ha ido allá; pronto sabremos si es verdad. Quedose la Nela al oír esto más muerta que viva, y cruzando las manos exclamó así: ¡Bendita sea la Virgen Santísima, que es quien lo ha hecho!... Ella, ella sola es quien lo ha hecho.
La base del ejército de Andalucía estaba en las tropas del campo de San Roque, mandadas por Castaños, y en las que después trajo don Teodoro Reding de Granada. Componíase de lo más selecto de nuestra infantería de línea, con algunos caballos y muy buena artillería, no excediendo su número de trece a catorce mil hombres.
Palabra del Dia
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