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Actualizado: 11 de mayo de 2025


Cuando te siento reír, parece que respiro un ambiente fresco y perfumado, y todos mis sentidos antiguos se ponen a reproducirme tu persona de distintos modos. El recuerdo de tu imagen subsiste en de tal manera que vendado te estoy viendo lo mismo. ¿Vuelve la charla?... Que llamo a D. Teodoro dijo la señorita jovialmente. No... estate quieta.

La bautizó después en un arroyo con el nombre de Bienhallado, y allí la traía, enternecido, apretando el paso, para darle pronto buena leche de las cabras del convento. Después de abrazar a los religiosos y enjugarse gruesas gotas de sudor, sacó de los bolsillos del pantalón un sobre con el sello del águila rusa. Esto es lo que le manda el general Camilloff, amigo Teodoro.

Brillaba entonces su belleza como personificación hechicera de la misma luz. Su cabello en desorden, su vestido suelto llevaban al último grado la elegancia natural de la gentil doncella, cuya actitud casta y noble superaba a las más perfectas concepciones del arte. Primito dijo contrayendo ligeramente el hermoso entrecejo D. Teodoro no te ha dado todavía permiso para quitarte hoy la venda.

Al llegar a la casa de Aldeacorba Golfín sintió que su carga se hacía menos pesada. La Nela erguía su cuello, elevaba las manos con ademán de desesperación; pero callaba. Entró. Todo estaba en silencio. Una criada salió a recibirle, y a instancias de Teodoro condújole sin hacer ruido a la habitación de la señorita Florentina.

Es el caso que el excelentísimo señor don Teodoro de Croix tenía la costumbre de almorzar diariamente cuatro huevos frescos pasados por agua caliente; y era sobre este punto tan delicado, que su mayordomo, Julián de Córdova y Soriano, estaba encargado de escoger y comprar él mismo los huevos todas las mañanas.

Los periódicos espoleaban su imaginación para hallar adjetivos dignos de mi grandeza; fuí el «sublime señor Teodoro»; llegué a ser el «celeste señor Teodoro»; y la «Gaceta», por no ser menos, llamóme el «extraceleste señor Teodoro». Delante de ninguna cabeza permaneció cubierta, usase corona o tiara.

Era aquel el sitio que a Teodoro Golfín le había parecido el interior de un gran buque náufrago, comido de las olas, y su nombre vulgar justificaba esta semejanza.

Si alguien se hubiera tomado el trabajo de enseñarle alguna cosa, habría aprendido mejor quizás que la mayoría de los chicos. ¿Qué creen ustedes? La Nela tiene imaginación; por tenerla y carecer hasta de la enseñanza más rudimentaria, es sentimental y supersticiosa. Eso es, se halla en la situación de los pueblos primitivos dijo Teodoro . Está en la época del pastoreo.

Yo que los ojos de los demás no son como estos míos, sino que por conocen las cosas; pero este don me parece tan extraordinario, que ni siquiera comprendo la posibilidad de poseerlo. Quién sabe... manifestó Teodoro ¿pero qué es esto que veo, amigo mío, qué sorprendente espectáculo es este?

Señor D. Teodoro indicó con desabrimiento D. Manuel convenga usted en que no hay otra como mi hija. , en efecto manifestó Teodoro con intención profunda, contemplando a la joven no hay otra como Florentina. Con todos sus defectos dijo el padre acariciando a la señorita la quiero más que a mi vida.

Palabra del Dia

hociquea

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