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Pérez: Entendía que era una taza lo que había hallado su señoría; pero este cambio corrobora aún mejor la doctrina que estoy exponiendo. El orador da fin a su discurso con una historia tan concienzuda como brillante del derecho de propiedad. Por indisposición del Sr. López, que era el encargado de contestar al discurso del Sr. Pérez, se levanta a hablar el Sr. González.

Leoville, sin contestar, se levantó y dejándose conducir como un niño por Antonia la siguió, volviendo con ella al comedor. Sentáronse de nuevo a la mesa, pero Amaury se negó a probar bocado. El doctor quiso hacerle tomar una taza de caldo, pero fue inútil su empeño; el joven contestó que le era de todo punto imposible tornar ningún alimento y volvió a caer en su abstracción.

Desfilaban ante sus ojos los recuerdos de algunos meses antes, cuando se había iniciado su amor, de cinco á siete de la tarde, bailando en los hoteles de los Campos Elíseos que realizaban la unión indisoluble del tango con la taza de . Ella pareció arrancarse de estos recuerdos á impulsos de una obsesión tenaz que sólo había olvidado en los primeros instantes del encuentro.

Esta confirmación de la noticia recibida de antemano no altera en nada la determinación de Quiroga, que después de tomar una taza de chocolate, según su costumbre, se duerme profundamente. El doctor Ortiz gana también la cama, no para dormir, sino para acordarse de su esposa, de sus hijos, a quienes no volverá a ver más. Y todo, ¿por qué?

Reynoso sonrió aplicando sobre sus mejillas algunos besos prolongados. Es que estás nerviosa, hija mía. , muy nerviosa. Voy a llamar para que te traigan una taza de tila con azahar. Elena se opuso resueltamente. Se encontraba bien; no necesitaba otra cosa que tranquilidad y sentirle cerca de . Y se estrechaba contra él y le apretaba la mano y de vez en cuando la llevaba a sus labios.

Y eso es muy natural, puesto que allí todo el mundo tiene en el café una tribuna, donde entre taza y taza de chocolate se producen excelentes cosas espontáneamente. En lo general, los discursos de los diputados tenian una fuerte dósis de personalidad, vicio que proviene de la organizacion artificial y contrahecha que tienen los partidos.

Tiene usted amigos en su casa á quienes obsequiar, ha oído en el teatro á Jenny Hawkins y tiene el capricho de hacerla venir... Si él hace objeciones, insista usted, pero no nos descubra. Esté usted tranquilo. Yo pediré á usted solamente una invitación para un joven inglés amigo mío, que irá por la noche á su casa de usted á tomar una taza de te. ¿Cómo se llama?

Me quedé un rato más y tomé una taza de con él; pero a las cuatro y media entraba en el expreso y partía para Londres, decepcionado de mi viaje completamente estéril. Dado lo que me había explicado, el secreto se hacía más impenetrable e inescrutable que nunca. La señorita Blair, señor me anunció Glave al día siguiente, un poco antes de las doce.

Decididamente, no tenía la cabeza bien. ¡Mire usted que pensar un hombre de su carácter y sus años que estaría mejor servido con una chica así que con su vieja Vicenta...! Vaya; el Chartreuse, con su calor de falsa juventud, hace pensar locuras.... «¡A tomarte el café, viejo verde...!» Y se bebió la taza de un trago. Sonaba la campanilla de la puerta. Será Roberto dijo Concha.

A tampoco me extrañan las reflexiones maternales... Cuando llegamos a mi casa ofrecí a todas las señoras una taza de . Las de Brenay y Dumais tenían prisa por volver a sus casas, y rehusaron; pero las tres jóvenes aceptaron. Celestina, que sabe cuánto me gusta tomar un refrigerio al volver de paseo, lo preparó todo en seguida, y entre una galleta y una tostada continué mis confidencias.