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Actualizado: 24 de julio de 2025
Se coloca la mitad en una tartera, se mete la carne, ave o lo que se desee, se cubre con la otra mitad, se unta bien con una pluma de huevo batido, y se mete al horno. EMPANADAS CON LECHE. Se pone a desleír una taza de manteca de vaca, y cuando está deshecha se echa otra taza de leche y sal. Se bate mucho, agregando poco a poco la harina necesaria, y se trabaja hasta que esté fina la masa.
Su rostro era el rostro de un polichinela: naricilla de poeta satírico, boca grande y sarcástica, sonrisa burlona. El cráneo voluminoso, bien conformado, acusaba rara inteligencia, aterradora precocidad. El pobre chico apuraba a sorbos una taza de leche, y no dejaba de mirarme.
Salió la hija de la bruja y lo compró bajo las mismas condiciones; pero la misma cosa sucedió con el príncipe. Al tercer día sacó ella la cruz de oro, y la hija de la bruja la compró, 180 pero la niña no podía despertar a su marido. El cuarto día la niña sacó la taza de oro y la hija de la bruja la compró bajo las mismas condiciones.
Esta niña, con sus ayunos y sus penitencias... dijo María de la Paz. ¿Quiere usted una taza de caldo? preguntó el clérigo; y se interrumpió antes de concluir, porque su hermana, con tanta presteza como disimulo, le tiró del manteo, indicándole la indiscreción de la oferta que acababa de hacer. Gracias, no es preciso: esto no es nada. Recójase usted temprano dijo la gorda.
Juan no había tomado más alimento que una taza de café de ínfima clase y un panecillo. No pudo entretener el hambre contemplando la hermosura de la nieve, en primer lugar, porque no tenía vista; y en segundo, porque aunque la tuviese, era difícil que al través de la reja de vidrio empañada y sucia de su desván pudiera verla.
En el primero está una estátua de Esculapio de marmol antigua de siete cuartas de alto maltratada. En el cuarto otra estátua de marmol antigua del mismo tamaño, de otro hombre desnudo también maltratada. En medio de dicho jardín hay una fuente con su taza de marmol de cinco cuartas de diámetro y su pedestal de relieve toda ella de más de vara de alto con su saltadero de bronce.
Sin despegar los labios, abandonaba Nina el jergón, y, echándose una falda, hacía la taza de tila en la cocinilla económica, y antes o después daba la medicina a la enferma, y luego las friegas, y por fin acostábase con ella para arrullarla como a un niño, hasta que conseguía dormirla.
ARROZ BLANCO. Para una cucharada de manteca de vaca se pone un ajo y se fríe bien y se tira; en aquella manteca se echa una taza grande de arroz y se le da unas vueltas; se echa agua hirviendo y la sal necesaria. Se ha de procurar que quede bien cocido y el grano entero. Si se ha de presentar bien se pone al horno un rato en un molde; se saca a una fuente y se ponen alrededor huevos fritos.
Su primer cuidado fué atender á la tierna criaturita, cuyos gritos, mientras se retorcía en su cama, hacían de absoluta necesidad posponer todo otro asunto á la tarea de calmar sus dolores. La examinó cuidadosamente y procedió luego á abrir una bolsa de cuero, que llevaba bajo su traje, y parecía contener medicinas, una de las cuales mezcló con un poco de agua en una taza.
Por ella bajó sin detenerse a uno como invernáculo, donde crecían las plantas y las flores más aromáticas y extrañas, y en cuyo centro había una taza inmensa, hecha, al parecer, de un solo, limpio y diáfano topacio.
Palabra del Dia
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