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Actualizado: 24 de julio de 2025


La pobre mujer no podía ofrecer nada más que una taza de leche y torta de borona, pero «¡cómo había de comer cosa tan ruin la señora condesaQue lo coma para que sepa cómo viven los pobres dijo Pedro con cierto énfasis brutal. La condesa, lejos de ofenderse, le dirigió sonriendo una mirada humilde y aceptó de manos de su espantada madre la taza de leche y la torta.

Pasa después al estudio de la pre-historia, y rápidamente analiza las últimas teorías, declarándose franco y resuelto partidario de la existencia del hombre en el terreno terciario. Mi esclarecido amigo el señor Fernández ha tenido la fortuna de encontrar este verano en una gruta de su provincia, e incrustada entre rocas de granito de carácter terciario, una taza...

... Voy a tomar una taza de te. Te acompaño. No, no; vuelvo en seguida. Y corrió, dejándole plantado cerca de la puerta. Bajó las escaleras. Se encontró en la calle sin darse cuenta de lo que hacía. El aire frío de la noche le refrescó la cabeza y le hizo volver en su acuerdo. Súbitamente tomó la resolución de partir a Tejada. Buscó con la vista el coche y no le vió.

En seguida le sirvieron en el mismo gabinete, donde ardía un fuego delicioso, una taza de caldo confortador y después algunas viandas, aunque con la debida cautela, por la flojedad en que debía hallarse su estómago: subieron además de la bodega el vino más exquisito y añejo.

¡Buen día...! ¡Superior, hija, superior! exclamaba Cirilo después de comer, reclinado cómodamente en una butaca y saboreando una taza de café al par que chupaba un fragante tabaco de la caja que el día antes le había regalado Reynoso. ¿Te has divertido? ¿Has estado a gusto con tu mujercita? le respondía Visita, que también tomaba café sentada a su lado en una sillita baja.

Y este de la blusa, que anda poniendo y quitando, sale y entra entre los que hacen de príncipes de seda y generales de oro, de mil años atrás, cuando los parientes del príncipe Ly-Tieng-Vuong querían darle a beber una taza de envenenado.

POLVORONES. Media libra de manteca de cerdo, media de azúcar y una de harina. Se trabaja todo bien, y se hacen unas tortitas cortadas con una taza, y se cuecen al horno.

le dijo, le conozco, y donde está; te llevaré 150 allá. Vive preso en un palacio con una vieja bruja y su hija. La hija quiere casarse con él. Nadie puede verle y él no puede ver a nadie. Duerme bajo siete llaves. La madre del Poniente dió a la niña una taza de oro para vender en caso de necesidad. 155

¡Vaya, que no hacerse cargo de nuestra situación! dijo la mujer echándose á llorar. Martín muriéndose... el pobrecito... en aquel buhardillón helado.... Ni cama, ni medicinas, ni con qué poner un triste puchero para darle una taza de caldo.... ¡Qué dolor! Don Francisco, tenga cristiandad y no nos abandone.

Su mamá la consolaba. Su papá fue a hablar él mismo por el teléfono, a reprender al médico y a mandarle, muy enojado, que viniese en seguida a ver a Lita. Hubo todavía que esperar un buen rato. La mamá hizo rezar a Lita sus oraciones de la mañana y le besaba las manitas. Después la hizo desayunarse con una gran taza de chocolate. Y el médico vino al fin.

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