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Actualizado: 24 de julio de 2025
Donde no hay sitio para una fuente, se coloca un candelabro; donde no halla lugar un plato, se acomoda una taza; si no hay asiento para una jícara, se reprieta una copa; y por último, los huecos que quedan se rellenan con penachos de palillos de dientes, ó tiras bordadas de papel de colores. Todo se ha inspeccionado por las amas de la casa, todo se ha visto y todo se ha manoseado.
Más de cincuenta años de servicios; y en todo este tiempo, ni un día he dejado de bajar a Madrid... Yo he visto mucho; he visto al señor de Bravo Murillo traer las aguas a Madrid y saltar el Lozoya por primera vez en la antigua taza de la Puerta del Sol; he visto cómo la villa ha ido poco a poco ensanchándose y dándonos con el pie a los pobres para que nos fuéramos más lejos.
Ella no lo había oído, hombre. Y acarició a la criada con los ojos. Nuevo silencio. De Pas hubiera preferido una discusión inmediatamente. Todo, antes que los parches y el silencio. Estaba sintiendo náuseas y no se atrevía a pedir una taza de té. Se moría de sed, pero temía beber agua. Doña Paula hablaba con Teresa más que de costumbre y con una amabilidad que usaba muy pocas veces.
Esta chiquilla está loca..., me desperdicia todo... cosas finas... ¡y para quién, vean ustedes!... ¡Con una taza de caldo que les diesen!... ¡Y el vestido... el vestido azul estropeado! Diciendo lo cual, se aproximó disimuladamente a Lola y le apretó con ira el brazo. Baltasar intercedió una vez más: era su santo, un día en el año.
Iba casi todas las tardes al salir de la Bolsa para decirle el alza o baja de sus valores; otros días se plantaba a almorzar sin previo aviso; como tenía la costumbre de escribir las cartas donde le pillaba se ponía a escribir en la mesa del pobre Gabriel; y por último, sabiendo que Emilia no salía de noche y que jugaba al tresillo con varias amigas se presentaba dos o tres veces por semana pidiendo por amor de Dios un ratito de conversación y una taza de té, y allí se estaba hasta que entre burlas y veras había que echarle.
Ricardo penetró por las habitaciones de la casa de Elorza con la indiferencia del que se encuentra dentro de la suya, sin quitarse siquiera el sombrero. Cuando entró en el gabinete de doña Gertrudis, esta señora se hallaba tomando una taza de caldo ayudada por dos criadas.
Cuando quedaron solos, Novoa dejó su taza sobre un velador, dió varias chupadas al cigarro, mientras parecía concentrar su voluntad, y al fin dijo con resolución: Tengo un encargo que darle: me envía cierta persona... sospecho que hago un mal papel. ¡Un hombre como yo llevando recados de esta clase!... Pero ¿qué es lo que las mujeres no nos obligarán á hacer?... Además, entre hombres debemos ayudarnos.
De cinco á siete, centenares de ojos le siguieron con admiración en los salones de los Campos Elíseos, donde costaba cinco francos una taza de té con derecho á intervenir en la danza sagrada. «Tiene la línea», decían las damas apreciando su cuerpo esbelto, de mediana estatura y fuertes resortes.
El tío Juan, para quien es la primera taza, levantándola en alto, brinda: Por la salud de los presentes, que se disfrute muchos años la pareja, y que en el cielo nos veamos. Amén contesta á coro la reunión. La taza sigue pasando luego de mano en mano y de boca en boca, hasta que se agotan las dos azumbres de rioja.
Entonces, pregunté, ¿me permite usted verla en su casa mañana? Con mucho gusto. Vivo en el hotel de los Extranjeros, plaza de la Villa. Después de las cuatro, si á usted le parece. Tomaremos una taza de té y hablaremos. Me incliné sin responder, y Jenny nos estrechó la mano á mis compañeros y á mí, nos acompañó hasta el corredor y volvió á su cuarto, cuya puerta cerró cuidadosamente.
Palabra del Dia
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