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Actualizado: 25 de octubre de 2025
La pobre casa de torcidos y ásperos harigues, de irregular distribución y peligrosa nipa, que por todo ajuar mostraba en las cañas de sus tabiques media docena de pintarrajeados cuadros de asuntos místicos, cuatro toscos bancos en su caída, dos ollas en el fogón, unos cuantos petates en el suelo, y un desvencijado aparador en la sala, hoy ha sufrido una notable transformación.
El oído, acostumbrado al roce incesante de las espumas en los costados del buque, al estremecimiento de la atmósfera cortada por el impulso de la marcha, al lejano zumbido de las máquinas extendiendo su vibración por los muros y tabiques del gigantesco vaso de acero, acogía ahora con extrañeza este silencio repentino, absoluto, abrumador, como si el buque flotase en la nada.
Aresti salió de su ensimismamiento al ver que entraba en la calle única de Labarga, dos filas de míseras casuchas puestas sobre los peñascos que bordeaban el camino. Los edificios de Gallarta parecían palacios, comparados con las chozas de este barrio de mineros. Eran barracas, conocidas en el país con el nombre de chabolas, con tabiques de madera delgada y techumbre de planchas corroídas.
Pero luego, poco a poco, fuí viendo que entre los cuatro terrosos tabiques de un pobre rancho existen las mismas pasiones, las mismas inquietudes, los mismos anhelos, las mismas desventuras y las mismas alegrías que en la ciudad más populosa. Es cuestión de saber ver, de fijarse, de poner interés en cuanto nos rodea.
El cemento es polvo de la carretera, las paredes son tabiques, las pilastras están huecas... El mejor día hay una catástrofe, que ni la del Dos de Mayo... Y por tres o cuatro pesetas estamos allí centenares de hombres honrados con la muerte en la garganta, mientras los culpables hacen vida de grandes señores. Yo soy imparcial y reconozco mis engaños.
Más allá de su salón existían un sinnúmero de habitaciones algo destartaladas y sin muebles; un dédalo de tabiques y pasillos en el que se perdía el capitán, teniendo que apelar al auxilio de Freya. Todas las puertas del rellano de la escalera, que parecían sin relación con la mampara verde de la oficina, eran otras tantas salidas de la misma vivienda.
En lo alto del buque vibró la señal de mediodía, un rugido que hizo temblar los pasillos y tabiques del trasatlántico y se dejó absorber sin eco alguno por el sordo infinito del Océano. Las doce: vamos a almorzar. Cerca de la proa vieron algunos pasajeros que señalaban la línea del horizonte, discutiendo con frases breves.
Pasaba el tiempo sin que tuviese fuerzas para abandonar aquel banco lejos de la luz. Temía volver al ruido de abajo. Retardaba el instante de entrar en su camarote, como si de los tabiques pudieran desprenderse, saliendo a su encuentro, los recuerdos que había clavado con la fijeza de sus ojos en las horas nocturnas de melancolía.
Creyó ver el rostro noble y triste de su compañero Torrebianca, é inmediatamente quiso hacer un movimiento negativo y echarse atrás, repeliendo á Elena... No podía traicionar á un camarada. Era innoble proceder así, estando bajo el mismo techo que el otro y separado de él solamente por unos tabiques. Luego se vió á sí mismo y vió á Celinda, cuando marchaban los dos alegremente por el campo.
Sus márgenes han perdido toda forma natural; ahora son murallas perpendiculares, en las que á trechos se ven algunas gradas de escalera; sus orillas están cubiertas de resbaladizas losas; las curvas son aquí repentinas vueltas; en vez de ramas y follaje, ropas extendidas sobre cuerdas, se balancean por encima del foso, y tabiques ú otras barreras, pasando de uno á otro lado, indican los límites de propiedad.
Palabra del Dia
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