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Actualizado: 27 de junio de 2025


Sin embargo, es curiosísimo el visitarlo, porque paseándose sobre su seco cauce, se puede estudiar detenidamente la acción del curso de las aguas. Un pequeño sendero que los surcos del labrador destruye cada otoño, y que el tránsito de los caminantes marca de nuevo muy pronto, serpentea sobre la ribera del barranco.

Las aguas del Salia, mugientes y espumosas, aplacieron su cantar valiente en una mansedumbre de homenaje, como diciéndole «un escucho» de amor a la mañana. En los surcos floridos de la vega, también las mansas arroyadas le contaron una dulce querella a la luz gloriosa que nacía. Y toda la tierra fué aromas, y todo el aire armonías, y toda la vida resurrección y victoria....

Entonces la labradora, cuya nariz aguileña se había encorvado hasta tocar los labios, a causa de la indignación que le producía ver cómo Hullin tomaba a broma su sueño, levantó la cabeza, y los grandes surcos de sus mejillas desaparecieron. Catalina cogió la carta, miró el lacre rojo y dijo a la joven: Dame un beso, Luisa; son buenas noticias. Luisa abrazó y besó a la anciana con frenesí.

La sobreexcitación de las últimas semanas desapareció repentinamente, como barrida de golpe, y dejó el lugar a ese abatimiento desesperado que, ya una vez antes de la venida de Roberto, la había convertido en una sombra: nuevamente se enflaqueció, y dos surcos profundos se abrieron en torno de sus ojos, otra vez tuvo que recurrir a las gotas de valeriana en los momentos frecuentes en que se retorcía en crisis dolorosas, otra vez también le había vuelto ese perpetuo deseo de llorar que, a la menor ocasión, se daba curso en torrentes de lágrimas.

Una hora de inquietud se me hizo un siglo y empezaba ya á desalentarme, cuando, por una dicha inesperada, se entreabrieron las nubes un momento, y se me reveló un horizonte inmenso: los últimos repechos de las montañas, como surcos irregulares cubiertos de árboles, bajaban serpenteando lentamente hácia un mar de verdura sin límites, el cual era formado por las florestas de la llanura, que contornean las montañas en un espacio de mas de cuarenta leguas.

Crecen entre los surcos ciertas plantas que dan unas flores como margaritas, y yo corté muchas, muchas, tantas que ya no me cabían en el delantal; luego me senté en una roca, y, acordándome de un poema que me leíste, me entretuve en preguntar a las flores si me querías.

Después de arreglarse volvió a mirar la plaza, entretenida en ver cómo se deshacía el mágico encanto de la nieve; cómo se abrían surcos en la blancura de los techos; cómo se sacudían los pinos su desusada vestimenta; cómo, en fin, en el cuerpo del Rey y en el del caballo, se desleían los copos y chorreaba la humedad por el bronce abajo.

Un sol africano lanzaba torrentes de oro sobre la tierra, resquebrajándola con sus ardorosas caricias. Sus flechas de oro deslizábanse entre el follaje, toldo de verdura bajo el cual cobijaba la vega sus rumorosas acequias y sus húmedos surcos, como temerosa del calor que hacía germinar la vida por todas partes. Los árboles mostraban sus ramas cargadas de frutos.

El crepúsculo, abriendo la noche por Oriente, hace brillar los astros con claridad creciente, descolora el ocaso su franja de carmin; sobre el agua, el reflejo de los astros se mece, surcos, senderos, bosques, todo se desvanece, el pasajero inquieto duda por dónde ir. El dia es para el dolo, el mal y la fatiga. Recemos. la noche. ¡La noche, dulce amiga!

Hasta los bordes del lago temporal, todos los surcos abiertos por el arado, se convierten en otros tantos regueros, y los caballones dibujan en la corriente largas estelas paralelas. La inundación, que desvanece la esperanza del campesino, es una desgracia, y, sin embargo, en sus temidas aguas, lleva el arroyo un tesoro para años venideros.

Palabra del Dia

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