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Actualizado: 4 de julio de 2025
Ese traje dijo fray Pedro Advíncula con sorna indica que milord se prepara a ello con dolorosas penitencias... Veo que ahora usted se las arregla usted por sí mismo, y que no necesita amigos. Sr. Advíncula, ya no los necesito. ¿Sabe usted que mañana me marcho? ¿Sí? ¿Para dónde? Para Malta. Nada tengo que hacer en Cádiz. Vayan al diablo los gaditanos. Me alegro. La señora se defiende bien.
El inspector escuchó su denuncia con indiferencia y sólo respondió con un «bien, bien; ya veremos: no hay que preocuparse de eso» que dejó descorazonado a nuestro profesor. Es que, señor inspector, si esa canalla se obstina en armar bronca no respondo de lo que pueda suceder en el teatro. Pierda usted cuidado; yo respondo de ellos... y de usted también replicó el inspector con sorna.
No me vuelvas a decir palabra, porque no te contesto. ¡Eso! Grita ahora, fachendosa, después que te hice ver a Dios roncaba Manín con sorna, mirándola de reojo y sobándose la barba. ¡Si no te quitas de mi vista, baldragote!... exclamaba la diminuta criada, pasándole a su despecho relámpagos de risa por los ojos.
A su lado se sentó Blanca; yo le eché la cariñosa manta de nutrias sobre los pies y a un signo del cochero, las dos yeguas del tronco partieron a escape. Trepamos a nuestro cupé. Don Benito estaba radiante de alegría, pero se esforzaba por aparentar una profunda severidad. ¿Y qué tal? le dije con sorna. ¡Pscht, mucho calor! Era en julio y hacía un frío de todos los diablos.
Ahora verás dijo Romadonga mordiendo los suyos de coraje, abalanzándose a ella. No me toques, que puedes pincharte manifestó con la misma tranquilidad, sin mover un dedo siquiera. ¡Sí te toco! ¡te toco, deslenguada! gritó aquél, ciego de ira, sacudiéndola violentamente por un brazo. Concha cambió repentinamente de actitud. Todo lo que antes fue calma y sorna se convirtió en feroz exaltación.
Como entraron también irreflexivamente Relimpio y Mariano, Botín hizo un gesto de expulsión, diciendo: «No quiero aquí a nadie». «Con permiso...» balbució D. José. Quedáronse solos los dos amantes. Isidora, viéndose en el trance de hacer frente a la tempestad y aun de provocarla, ofreció el pito a Botín, diciéndole con sorna: «Te he feriado. Toma el pito del Santo».
Y para poder ver bien la letra de ese libro dijo con sorna la dama , llevarás antiparras de ciego... Mí saberlo de memueria replicó impávido el africano».
Por lo cual, deseosa de exasperarle y provocar la ruptura definitiva, le dijo con gran sorna: ¿Estás pensando en comprarme la Casa de la Moneda? Don Quintín, seducido por aquella idea de sabrosa venganza, miró a su querida, gozándose de antemano en la sorpresa que había de causarle y, tras larga pausa, habló tranquilo y sonriente: ¡Parece mentira qué repoquísimo olfato tenéis las hembras!
Si hubiera sabido hasta qué punto podía leerse mi genealogía en mi aspecto, lo hubiera pensado mucho antes de visitar a Ruritania. Pero a lo hecho pecho. En aquel momento se oyó una voz imperiosa entre los árboles: ¡Federico! ¿Dónde te has metido, hombre? Tarlein se sobresaltó y dijo apresuradamente: ¡El Rey! El viejo Sarto se limitó a reírse con sorna.
Con una sola de las cosas que habéis dicho, señor Velasco contestó Ramiro con sorna, cualquier hombre se hiciera rey del mundo. ¡Rey del mundo, rey del mundo... Raimundo! musitó pensativamente su interlocutor.
Palabra del Dia
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