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Actualizado: 4 de julio de 2025
Le echa la culpa de la ruina de Atenas y de todo lo malo que allí ha pasado, le niega el talento, le niega la elocuencia y le persigue con la misma saña que si le hubiera estafado. No tienen ustedes más que sacarle la conversación del olímpico, como él lo llama con sorna, y le verán ustedes deshecho.
Guillén de Castro prosiguió el canónigo, sonriendo siempre , Eurípides.... Y como sobrevino una pausa, doña Emerenciana saltó: ¿Eurípides qué? Eurípides López y Rodríguez respondió el canónigo, con espetada sorna esta vez. Se ve que era de familia humilde comentó doña Emerenciana . Y bien, ¿con cuál de los nombres hemos de llamarle? Unos me llaman por uno, otros por otro.
¡Vaya! ¡una rayita! decía; como ¡no tienes aun ninguna! Pero, Padre, exclamaba Plácido conteniéndose; si V. R. me pone la falta de leccion, V. R. ¡me debe borrar las de asistencia que me ha puesto por este día! La Reverencia no respondió; consignó primero lentamente la falta, la contempló ladeando la cabeza la rayita debía ser artística, dobló la lista y despues con toda sorna preguntó;
Una amenaza es más de lo que muchos obtienen de mí replicó Miguel. Lo cual no impide que Raséndil, a pesar de tantas amenazas, siga vivo. ¿Soy yo acaso responsable de las torpezas de los que me sirven? En cambio Vuestra Alteza no corre el riesgo de cometer torpezas replicó Ruperto con sorna. No podía decírsele más claro a Miguel que evitaba el peligro.
Todo se le cree, señora madre respondió Monipodio , y estése así la canasta; que yo iré allá a boca de sorna, y haré cala y cata de lo que tiene, y daré a cada uno lo que le tocare, bien y fielmente, como tengo de costumbre.
Pero Quino, en quien por desgracia el escepticismo había hecho presa hacía ya largo tiempo, le clavó una mirada escrutadora y dijo con sorna: ¿Sabes, Bartolo, que esa bofetada que soltaste me parece que dió la vuelta antes de llegar á su sitio? ¿Por qué lo dices, puño? preguntó encrespándose el hijo glorioso de la tía Jeroma. Porque tienes la cara como si antes de llegar hubiese rebotado.
¿No, eh? replicó el veterano con sorna; y dando vuelta al escudo señaló en la cara interior de éste un pequeño agujero. ¿Véis esto? Pues es que ha sucedido lo que yo esperaba; vuestro dardo ha quedado atarugado en el roble á poco de atravesar el cuero, en tanto que mi flecha ha horadado el escudo de parte á parte.
Sarto llamó y vimos acercarse a una chiquilla de trece o catorce años. La suerte nos favorecía. Mi padre ha ido a ver al Rey, señor oficial dijo. Pues para eso mejor hubiera hecho en quedarse aquí me dijo Sarto con sorna y a media voz. Pero me encargó que no abriese la puerta. ¿Sí, eh? dijo Sarto desmontando. Pues dame la llave. La mozuela tenía la llave en la mano. Sarto le dio una moneda de oro.
Me pregunté alarmado qué nueva maldad meditaba aquel bribón. Le oí reírse con sorna, como solía, y le vi volver de cara al muro, dar un paso hacia mí, y luego, con gran sorpresa por mi parte, empezó a bajar por al muro mismo. Comprendí que en éste había peldaños, ya cortados en la piedra, ya clavados de trecho en trecho entre los sillares.
Sólo cuando Fayolle habló de quedarse otra vez con el caballo, le dijo con sorna: Por lo visto, ha encontrado usted quien dé las cuatro mil y quiere deshacer el trato, ¿verdad? Señor duque, juro a usted por lo más sagrado que no hay nada de eso.... Solamente que estoy seguro de que es como digo. Al banquero le acometió entonces oportunamente un recio golpe de tos.
Palabra del Dia
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