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Actualizado: 7 de mayo de 2025
19 Y para que no alces tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo, seas impulsado, y te inclines a ellos, y les sirvas; porque el SE
Parrón se echó la escopeta á la cara y descargó los dos tiros contra el segador, que cayó redondo al suelo. ¡Maldito seas! fué lo único que pronunció. Una de las balas, después de herir al segador, había dado en la cuerda que me ligaba al tronco y la había roto. Yo disimulé que estaba libre, y esperé una ocasión para escaparme.
¡Oh, vamos, no seas malo! le dijo su madre con suavidad . Bueno, sean cuáles fueran esas letras, tienen un buen significado. Ben dice que es una marca que se ha usado siempre en su familia desde cuando era niño. Su madre tenía la costumbre de ponerla en los bizcochos, y yo también siempre la he puesto; porque si hay algún bien en ello nos hace falta en el mundo.
2 El cual dijo a su madre: Los mil cien siclos de plata que te fueron hurtados, [por lo que] tú maldecías oyéndolo yo, he aquí que yo tengo este dinero; yo lo había tomado. Entonces la madre dijo: Bendito [seas] del SE
Y cuando don Juan la replicaba: ¿Y si la suerte nos hubiese separado? No os hubiera olvidado nunca; nunca hubiera dejado de sufrir al recordaros. Y don Juan asía la hermosa cabeza de su mujer entre sus dos manos, la besaba y exclamaba entre aquel beso: ¡Oh, bendita seas! No podía ser más feliz don Juan. Y esta felicidad le había hecho grave.
¿Vienes a ponerme a prueba?... Con cien mil rábanos, hombre, que seas benigno dijo Navarro empezando a enfurecerse . ¡Y luego me dirá el médico que tenga paciencia, que no me sulfure, que no se me suba a la boca y a los ojos la hiel de mis entrañas!... Oye tú, menguado, por no darte otro nombre, ¿vienes a gozarte en mi desgracia, viéndome enfermo y sin fuerza para castigar un insulto, o vienes a espiarme por encargo de los masones?
No tengamos un disgusto». Hombre, no seas tonto... Parece que me conoces de ayer. Ya sabes que soy un sepulcro. Y el sepulcro se abrió en casa de las de la Caña, con la mayor reserva se entiende, y después de hacer jurar a todos de la manera más solemne que guardarían aquel profundo arcano. «¡Pero qué cosas tiene usted, Encinas! No nos haga usted tan poco favor.
5 Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en las sinagogas, y en las esquinas de las calles en pie, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo, que ya tienen su salario. 6 Mas tú, cuando ores, entra en tu cámara, y cerrada tu puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto, te pagará en público.
Palabras así bastan para encubrir la más espantosa y larga serie de crímenes que ha visto el siglo XIX. ¡Rosas!, ¡Rosas!, ¡Rosas!, ¡me prosterno y humillo ante tu poderosa inteligencia! ¡Sois grande como el Plata, como los Andes! ¡Sólo tú has comprendido cuán despreciable es la especie humana, sus libertades, su ciencia y su orgullo! ¡Pisoteadla!; ¡que todos los Gobiernos del mundo civilizado te acatarán a medida que seas más insolente! ¡Pisoteadla!; ¡que no te faltarán perros fieles que, recogiendo el mendrugo que les tiras, vayan a derramar su sangre en los campos de batalla o a ostentar en el pecho vuestra marca colorada por todas las capitales americanas! ¡Pisoteadla!, ¡oh!, ¡sí; pisoteadla!...
Ya... como que no soy hierba... ¡Qué mal genio tienes y que reguapa eres! Es que no quiero músicas y no se meta usted conmigo, que yo voy por mi camino y la calle es del rey. No seas tonta y baja la voz. ¿Qué trabajo te cuesta contestarme a cuatro preguntas? No te arrepentirás; mira que soy muy agradecido.
Palabra del Dia
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