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Actualizado: 7 de junio de 2025


Yo dejé mi casa, comodidades de esas que empiezan a valer mucho cuando se nos va acabando la juventud, y quehaceres importantes; yo corrí a este país de Navarra decidido a emplear todo lo que en hubiera de actividad, de celo y de ingenio para salvarte.

Sin un leve instante de reposo, Tiburcio tocó en la puerta con el pomo de su espada y gritó alto para que le oyese quien estaba dentro: ¡Urbási! ¡Urbási! Abre. Ten confianza en nosotros. Venimos a salvarte. La puerta se abrió enseguida y Urbási se mostró bajo el dintel, serenamente hermosa, como una aparición del cielo. Desalumbrado, extático quedó Morsamor al contemplar de cerca tanta hermosura.

Para comprender esta inhumana crueldad, es preciso haberse encontrado en trances tan terribles: el sentimiento y la caridad desaparecen ante el instinto de conservación que domina el ser por completo, asimilándole a veces a una fiera. «¡Oh, esos malvados no quieren salvarte, Marcial! exclamé con vivo dolor. Déjales me contestó . Lo mismo da a bordo que en tierra.

Ve, ve... hija mía... acabo de salvarte de un peligro... yo te salvaré de todos; adiós. Y partió hacia el alcázar. La Dorotea, atónita, asombrada, sin comprender lo que la sucedía, le vió desaparecer, se envolvió en el manto, y á paso lento, con la cabeza inclinada, pisando lodo, se encaminó á la calle Ancha de San Bernardo. El tío Manolillo corría como alma que lleva el diablo.

Mi amor te perdió, mi amor... yo mi cariño maldigo, pero moriré contigo con veneno abrasador. ¡Si me quisiera escuchar el Conde!... Si yo lograra librarte así, ¿qué importara?... ; voy tu vida a salvar. A salvarte... No te asombre si hoy olvido mi desdén. UNA VOZ, dentro. Hagan bien para hacer bien por el alma de este hombre. LEONOR. Ese lúgubre clamor... ¿O tal vez lo escuché mal?

La obtuvo, y escitó con esto la cólera de tus enemigos. Vió en breve contra las tropas de Al-Mamun, mas belicoso que el mismo Ismail su padre; quiso hacerle frente, y salió vencido en la primer jornada. Lleno de sobresalto, imploró entonces por medio de su hijo Abd-el-Melyk el favor de Aben-Abed. Logró salvarte del furor de Al-Mamun; mas acabando para siempre con tu independencia.

Hayran, hadjib que fue de Hescham, fue entonces el único que concibió la esperanza de salvarte. Habia sido herido en el asalto del Alcázar y recogido por un desgraciado que se compadeció de él y le ocultó en su casa.

Yo dejaría entonces á otro el orgullo de quererte y hacerte feliz; pero esto no es posible. Tu situación es tan desesperada, que quiero salvarte á pasar tuyo, arrostrando hasta tu ingratitud, que es lo que más temo. Si me ves aquí, es porque nadie existe en esta casa que pueda ampararte. Bien: yo lo agradezco, señor caballero; pero déjeme usted. ¡Ay! Si Lázaro sabe que ha estado usted aquí....

Se trata de un gran merecimiento que puedes contraer para salvarte si abandonas las nefandas sugestiones del mundo y acudes al llamamiento del cielo... En esta villa existe un arma poderosa que en vez de servir a Dios, como todo el mundo debe servir, es un temible auxiliar del demonio.

Mira, observa, reflexiona, hasta dónde han llevado tus calaveradas a tu familia infeliz: ¡a humillarse a los Esteven! ¡a solicitar, de rodillas, su favor para salvarte! porque, no lo dudes: el medio supremo, a que se refería tiíta Silda, y que ella misma no consideraba infalible la desgraciada, era ése: recurrir al odiado pariente... ¡ah! ¡qué corazón tan grande el de tiíta! y por lo que dice Agapo, el recurso ha fracasado, y a los Vargas han dado los Esteven una vez más con la punta de la bota... ¿ves? te imaginas... no es posible, pues no eres dueño de tu razón... pero, si pudieras imaginar cómo están en tu casa esos viejos que has deshonrado, y que llamas queridos, falsamente, mentirosamente, porque si verdad fuera, no habrías hecho lo que has hecho; y dudando todavía, vacilando cobardemente; no te hagas ilusiones; en tu casa no puedes presentarte ya, y ahora menos que antes, ahora que sabes toda la extensión de tu falta; los umbrales aquellos no puedes pasarlos sino muerto, en expiación... ¡Estás creyendo que bastaría con echarte a los pies de tu padre! ¿y tendrías valor? ¿no comprendes que si no te rechazaba, sería por compasión y por lástima? ¡convéncete! no eres un segundo Agapo en la familia; eres un Quilito, y este nombre está por debajo del otro... ¡vete, huye, y cumple con tu deber!

Palabra del Dia

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