Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 2 de junio de 2025


En el gabinete próximo a la sala estaba casi constantemente la heroína de esta historia. A la izquierda de la chimenea tenía su armario de luna, mueble chapeado y de gran apariencia en los primeros días de uso, pero que pronto empezó a perder su brillo y a desvencijarse, manifestando su origen, como nacido en talleres de pacotilla y vendido en un bazar por poco dinero.

Feliciana había salido a abrir con el quinqué en la mano, porque lo llevaba para la sala, y a la luz vivísima del petróleo sin pantalla, encaró Maximiliano con la más extraordinaria hermosura que hasta entonces habían visto sus ojos. Ella le miró a él como a una cosa rara, y él a ella como a sobrenatural aparición.

Entonces llamó a Rafaela y le dijo: Oye, Rafaela: he mudado de opinión. Tus razones me han convencido. Esta noche recibiré al señor don Andrés. Ya está avisado, y creo que no faltará. Estáte a la mira ; ábrele, si es posible, antes que llame, y dile que suba a la sala alta, donde yo le aguardo. no subirás ni acudirás, suceda lo que suceda.

Le puedo ofrecer a V. la sala por ahora; pero si viene una familia, que espero dentro de algunos días, tendrá V. que trasladarse a la habitación de arriba, que es más chica. No me importa: teniendo un cuarto decente, me basta.

Las paredes de la sala donde estaba la Cena se tapizaban de damasco carmesí; sobre el damasco se colgaban lindas y antiguas cornucopias con muchas velas de cera ardiendo, y también en la sala había verdes plantas, y canarios en jaulas, y una enorme cruz negra de madera, con adornos y remates de plata fina, asida a la pared por fuertes alcayatas.

Cuando necesitaba ayuda se la pedía á algún vecino que por corto estipendio, y á veces sin él, se la prestaba. Por eso la sala en que ahora estaba leyendo dejaba mucho que desear en cuanto al aseo. Los muebles antiquísimos y polvorientos, el suelo desigual y polvoriento, los libros rugosos y polvorientos también.

Ultimamente, el doctor don Vicente Maza, el secretario de Rosas y procesador de los reos, murió también degollado en la sala de sesiones; de manera que Quiroga, sus asesinos, los jueces de los asesinos y los instigadores del crimen, todos tuvieron en dos años la mordaza que la tumba pone a las revelaciones indiscretas. Id ahora a preguntar quién mandó matar a Quiroga. ¿López? No se sabe.

Agur, querido; voy a llevar este geranio a atrás, porque el pobrecito se me está requemando aquí en el patio. ¿No ha visto usted este rosalito? Mire qué botoncito más lindo y más rico tiene ya, y eso que no hace siquiera un mes que lo he plantado... Voy a aprovechar el rayo de sol que cae ahora en la ventana de la sala para que se alegre un poquito...

El militar tendió una mano al realista, que alargó dos dedos fríos y huesosos, y salió de la sala; al llegar á la puerta, quiso entablar de nuevo la conversación; pero la reverencia que le hizo la joven acabó de desesperarle. Salió, y se paró fuera otra vez. No olvide usted lo que le he dicho. Usted no puede vivir de esta manara dijo, bajando el primer escalón. Es preciso que usted...

Al quedarse solo éste, siguió paseando todavía unos momentos; luego se paró delante del cordón de la campanilla y tiró con fuerza. No tardó en presentarse Ramiro. Esa mujer está ahí... ¿Quieres que la eche? preguntó el viejo, sin aguardar las órdenes de su amo. No. Condúcela a la sala, enciende todas las lámparas y avisa a Dolores que suba. El criado permaneció inmóvil, mirándole con sorpresa.

Palabra del Dia

metropolitanos

Otros Mirando