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Actualizado: 2 de junio de 2025


Una imagen que no se aparta de mi memoria surgió de pronto ante mis ojos.... Así, así me miró muchas veces la hermosa niña rubia, objeto de mi primer amor.... Dejó Gabriela el libro que tenía en las manos, y se dirigió lentamente hacia un extremo de la sala, abrió el piano, y me llamó, diciendo: ¿Ha oído usted esta sonata? Y no hablamos más aquella noche.

Antes de que acudiese el acomodador ya tenía Cristeta entornada la puerta del palco, cuyas cortinas caían rectas, dejando sólo entre una estrecha abertura por donde penetraban el resplandor y los rumores de la sala.

Gracias a ello los presos continuaron tranquilos hasta la cárcel, donde preventivamente los alojaron en una gran sala bastante sucia, con pavimento de madera agujereado de los ratones por no pocos sitios. A María se le concedió un cuarto independiente, de relativo aseo y comodidad.

Un viento frío recorrió la sala é hizo vacilar las azuladas llamas de las lámparas sepulcrales. Los más incrédulos se estremecieron. Yo soy Imuthis, contestó la cabeza con voz sepulcral pero estrañamente amenazadora; nací en tiempo de Amasis y fuí muerto durante la dominacion de los Persas, mientras Cambyses volvía de su desastrosa espedicion al interior de la Lybia.

La madre de Lorenzo, que se hallaba recostada en la puerta de la sala que daba acceso al vestíbulo, interrumpió los saludos dirigidos a Melchor diciéndole: Venga para acá... venga el santo... el bueno... ¡Señora! exclamó Melchor dirigiéndose hacia ella, que lo recibió con los brazos abiertos exclamando: Un abrazo... así... fuerte... ¡muy fuerte! y rompió a llorar.

Allí está la Capilla del Doctor Talavera, donde se conserva, como en Toledo, el Rito mozárabe, y se guarda la pila en que fué bautizado Alfonso XI. Allí está la Capilla del Canto, donde se celebraron Concilios, y la histórica Sala en que se reunieron Cortes, y el aposento en que quince Obispos juzgaron y absolvieron á los poderosos Templarios..... ¡Paréceme que no puede ser más gloriosa la historia de la insigne Abuela!

Ciertas cosas...». Bringas no sabía qué decirle. Despidiose ella con un fuerte apretón de manos, y un afectuoso Hasta mañana. En la sala y en el pasillo las dos amigas se secretearon un ratito. «He preparado el terreno dijo Milagros con agonía . Ahora aventúrese usted... sin miedo. De seguro...». ¡Ay!, hija mía, usted delira, usted sueña despierta. sabré yo...

»Digo, pues, que, así como Luscinda me vio, me dijo: ''Cardenio, de boda estoy vestida; ya me están aguardando en la sala don Fernando el traidor y mi padre el codicioso, con otros testigos, que antes lo serán de mi muerte que de mi desposorio.

Una claridad gris se esparcía en la habitación. Algunos heridos, en la sala contigua, empezaban a sentir el delirio de la fiebre y se les oía llamar a sus mujeres y a sus hijos. Poco después, un rumor de voces, un ruido de idas y venidas, rompieron el silencio de la noche. Catalina y Luisa se despertaron y vieron a Juan Claudio, sentado cerca de la ventana, que las miraba con ternura.

La sala, cuya puerta de comunicación con el gabinete estaba abierta, parecía una trastienda, y encima de todas las sillas no se veía otra cosa que sombreros armados y por armar, piezas de cinta, recortes, hilachas. Destapadas cajas de cartón mostraban manojos de flores de trapo, finísimas, todas revueltas, ajadas en lo que cabe, tratándose de flores contrahechas.

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