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Actualizado: 16 de julio de 2025


Si helaba, levantábase de madrugada y dejaba atónitos a los de casa saliendo al corredor en mangas de camisa, lavándose todo el cuerpo con el agua que se hacía sacar de las pilas de mármol, después de roto el hielo.

Ocupado en despachar unos papeles que me corrian prisa, no me habia acostado todavía, cuando aquí que á eso de las doce oigo un estrépito tal que me creí que la casa se nos venia encima. Lo que es gato no podia ser, porque era imposible que hiciese tal estrépito; y ademas esta mañana nada se ha encontrado, ni dislocado, ni roto.

-Tanto es lo de más como lo de menos -respondió Sancho-; aunque decir al señor Carrasco que no echara mi señor el reino que me diera en saco roto, que yo he tomado el pulso a mismo, y me hallo con salud para regir reinos y gobernar ínsulas, y esto ya otras veces lo he dicho a mi señor.

Con seguridad iba a descubrir mi secreto, y no iba a poder continuar mis lecturas queridas. Inmediatamente corrí a buscar otras novelas más, que llevé a mi cuarto y las reemplacé en los estantes con libros tomados al azar; pero a pesar de mis precauciones, tenía, por cierto, que el cuadro de papel con que había substituido al vidrio roto, era un indicio acusador.

Cosas son esas, señora, respondió Florela, que vuestro grande amor por ese caballero os pinta con el falaz color de los celos, que hace que parezcan ciertas cosas que ni aun en sueños verdad han sido, ni pudieran serlo; que mi alma tengo yo en mi almario, y aunque yo conozca bien cuánta es la primacía que sobre os han dado naturaleza y fortuna, aun todavía no he quedado yo para segundo servicio, o relieve de sobremesa, que en Dios y en mi ánima, que cada cual tiene en este mundo lo que le hace falta, a más de aquello, que nunca falta un roto para un descosido; y sosegaos, señora, y en la lealtad fiad de vuestra Florela, y vamos a lo que importa, y dejadme hacer, que Dios será servido que todo llegue a felice término.

Me senté al extremo de un banco roto y traté de recoger mis ideas para saber lo que tenía que decir; pero cuanto mayor era la impaciencia de saber la verdad de todo lo que me inquietaba, mayor era también el temor de saber algo que pudiese destruir todas mis ilusiones a la vez. Estaba arrepentido de haber ido. Por fin me decidí y pregunté a aquella buena mujer si tenía hijos.

La aparición de Martholl la distrajo de estas reflexiones. Estaba de muy mal humor porque al ayudar a Alicia de Blandieres a subir a la balsa, desde donde quería tirarse, se había roto una uña. Su preocupación por este incidente le impedía desplegar su amabilidad habitual y su excitación no se había calmado aún, cuando la señora Aubry hizo señas a su hija para que saliera del agua.

¡Que no me quiere! gritó el aperador con acento desesperado. ¡Que ya no me hace caso! ¡Que hemos roto y no quié verme!...

Otro mérito grande de la moderna escuela naturalista es, á mi ver, la importancia que concede á la descripción de la naturaleza, anudando de este modo el lazo entre el hombre y el mundo exterior, roto durante tanto tiempo en la literatura.

La secretaría, el despacho del presidente, la sala de ensayos de la orquesta, eran amplias y desnudas cuadras, con el pavimento de madera podrido y roto, y las paredes blanqueadas. La escalera estaba bien iluminada y adornada con macetas de flores, que atestiguaban el celo y el gusto de don Mateo. Gonzalo y Cecilia la subieron de bracero.

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