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Al pié, al occidente, demora la ciudad, donde hormiguea una poblacion activa y numerosa, de cuyas plazas y mas grandes calles y avenidas se destacan grupos corpulentos de magníficos plátanos orientales, tilos, castaños y otros árboles de gran talla y tupido follaje, rodeando numerosas fuentes de mármol ó de piedra.

¡Madre, madre, sálvame...! ¡Madre, escúchame! sollozaba Elena con la frente apoyada en el altar de la Virgen, mientras apretaba con mano crispada el pomo fatal que guardaba en el pecho. El templo quedó otra vez en silencio. Cuando Elena volvió de su éxtasis observó que el pelotón de niños salía por la puerta rodeando como antes a su marido.

4 Y este término os irá rodeando desde el mediodía hasta la subida de Acrabim, y pasará hasta Zin; y sus salidas serán del mediodía a Cades-barnea; y saldrá a Hasar-adar, y pasará hasta Asmón; 5 y rodeará este término, desde Asmón hasta el arroyo de Egipto, y sus remates serán al occidente. 6 Y el término occidental os será el Gran Mar; este término os será el término occidental.

Permanecieron los dos en silencio, y Ojeda volvió a tener la misma visión del día anterior... «¡Buenos AiresTambién este nombre mundial había titilado un instante, como parpadeo de mística lámpara, en la penumbra de la sacristía, evocando la ilusión de una mesa abundante, una mesa de hartura, y en torno de ella una familia robusta y saludable, segura del porvenir, rodeando al sacerdote rico... Y allá iban todos, siguiendo el revoloteo de la esperanza, hacia un mundo de fértiles soledades faltas de hombres, llevando como precio de su entrada fuerzas, iniciativas y apetitos: unos sus brazos, otros su inteligencia, otros el ávido capital ansioso de copular con la tierra y reproducirse hasta lo infinito... y hasta aquel pobre cura llevaba su misa, su catolicismo español, más serio, más... clásico.

Los surcos se apartaban piadosamente, rodeando con su pequeño oleaje, como si fuesen islas, á estos pedazos de suelo rematados por banderas ó cruces. El terrón hundido en una boca lívida guardaba en sus entrañas los gérmenes creadores de un pan futuro.

Desembocaron al fin en una plaza o plazoleta, en el centro de la cual trabajaban algunos obreros levantando un artístico pedestal de mármol. Es el pedestal para la estatua del señor duque dijo el director de las minas en voz alta. ¡Ah! ¿Con qué van a colocar ahí su estatua, duque? exclamaron unos cuantos rodeando al prócer. Este se encogió de hombros haciendo un gesto de desprecio. No .

En vez de gritar como una mujer dijo a Hullin , mejor sería que me mandaras atacar allá abajo, rodeando el barranco por los pinares. ¡No queda otro recurso, con mil demonios! replicó Juan Claudio. Y algo más tranquilo añadió: Oye, Marcos, te aborrezco hasta la muerte. Habíamos vencido, y por tu culpa todo está como antes. ¡Si se frustra tu ataque, los dos nos cortaremos la cabeza!

Y aquí el apuro de los mestizos y naturales que por tener pantalones estrechos no podían imitar á los chinos. Y para que la intencion de humillarles fuese más manifiesta, la medida se llevó á cabo con pompa y aparato, rodeando á la iglesia un cuerpo de caballería, mientras dentro todos sudaban.

¡Un verdadero timo! repitieron en coro las amables señoritas de Platavieja, rodeando al punto como enjambre de mariposas a los dos diputados, jóvenes y solteros, con la idea sin duda de pegarles alguno. Imposible fue ya continuar la plática ante aquellos testigos, y la noche corrió lenta y aburrida, sin más incidentes.

Ambas cosas eran probables. Aquellos espantosos anfibios, advertidos de la presencia de una buena presa, llegaban por todas partes rodeando la chalupa. A la luz de los astros se veían sus enormes mandíbulas erizadas de largos dientes, que se entrechocaban con un ruido semejante al que produce un cajón al caer sobre cubierta. Daban terribles coletazos en el agua que producían verdadero oleaje.