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Actualizado: 5 de mayo de 2025


Hacer informacion que roba á todos, Que nunca hace cosa en buenos puntos, Habiéndonos robado por mil modos A cada uno por si, y

Deja, deja que ese que te me roba conozca el hastío de amarte, y pronto encontrarás los desdenes del señor. ¿Y cómo piensas que los suyos te tratarán? El menor de ellos piensa hombrearse con los reyes.

¡Bonito se puso Butrón! A las primeras palabras de la marquesa, respiró con fuerza, murmurando: «No está mal el remedio». Mas cuando vio, por el giro que daba la dama a su respuesta y por el plan que exponía, que no era una estratagema la que usaba, sino un verdadero proyecto que podían imitar otras muchas, saltó fuera de muy incomodado, gruñendo entre sus bigotes puestos en punta: ¡Demonio..., demonio..., demonio!... Si el remedio es peor que la enfermedad, si lo echa todo a rodar con eso... Se lleva la mitad, nos lo quita, nos lo roba...

La otra tarde me dijo: «¡Ay, Pepa! ¡A la única muchacha que me gusta para Rodolfo es Gabrielita! ¡Qué bonita pareja harían los dosEl rostro de la joven se entristeció de súbito, como esos manantiales de agua purísima cuando pasajera nube les roba por un instante los rayos del sol. Angelina se mostró conmigo muy reservada y desdeñosa.

Que no respondió Manuel ; le habría puesto encima de la burra, y le habría llevado al lugar, ya que se acabaron los conventos. Aquí no teníamos burra ni alma viviente que pudiera hacerse cargo de ese infeliz. ¡Y si es un ladrón! Quien se está muriendo, no roba. Y si le da una enfermedad larga, ¿quién la costea?

Inunda los países de sangre, pasa los pueblos á cuchillo, incendia las ciudades, mata, destruye, roba.... Esto no impedirá que los poetas te celebren y los historiadores perpetúen tus hazañas más que si fueses un benefactor de la humanidad.

Lo antiestético del goce de amor, patentizado por el arte y descrito con circunstancias menudas, se ve hasta en los poemas más primitivos. Sube Juno á la cumbre del Gárgaro, adornada con el cinto de Venus, que la hace irresistible: «... allí el deseo, allí la dulce persuasión estaba, que á los más cuerdos la prudencia roba

Crecía en tanto la luz de la mañana, que por las pintadas vidrieras en el templo penetraba, y como doña Guiomar, sofocada por el calor, que le hacía, y bueno, aquella mañana, sin que a templarle bastase el fresco ambiente de la catedral, se levantase el velo, Miguel de Cervantes acabó de perderse, ganado por la peregrina y casi sobrenatural hermosura de la hermosísima indiana; y tanta codicia fue en los ojos de Miguel, que adelantó para ponerse más cerca, y como si el alma, que se le salía por los ojos e iba a buscar su deleite en aquella grandísima hermosura, hubiese tenido algo de hechizo y encantamiento, doña Guiomar volvió la cabeza, ni más ni menos que si la hubieran llamado, y sus lucientes ojos negros, con todo su esplendor, fueron a dar en los ya turbados ojos de Cervantes, que se sintió en el corazón herido, y sintió miedo y escapó, huyendo por la primera vez de un enemigo; que bien puede llamarse enemigo a aquel que, apenas visto, la voluntad nos roba y a la suya nos somete, y nuestra libertad cambia en esclavitud ansiosa, llena de dudas y sobresaltos; que ver lo que para nosotros es un tesoro largo tiempo codiciado, sin tener a la par la certeza de su posesión, en espanto nos pone, y nuestro cuidado afanoso y nuestro sobresalto causa.

Puñaladas a la mujer traidora, ofensas a la madre lavadas con sangre, lamentos contra el juez que envía a presidio a los caballeros de calañés y faja, adioses del reo que ve en la capilla la luz del último amanecer; toda una poesía patibularia y mortal, que encoge el corazón y roba la alegría.

Se le acusa de impuros manejos; esto ¿quién lo ignora? en el banco A tiene puestos tales fondos, y ahora va á hacer otro tanto en el banco B. En verdad que roba de una manera demasiado escandalosa, pero mire V., esto es ya tan comun...., y ademas, cuando le acusan nuestros adversarios, no es menester que uno le deje en las astas del toro. ¿No sabe V. la historia de ese hombre? pues yo le voy á contar á V. su vida y milagros ...» Y se os refieren sus aventuras, sus altos y bajos, y sus maldades ó miserias, ó necedades, y desde entónces ya no padeceis ilusiones, y juzgais en adelante con seguridad y acierto.

Palabra del Dia

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