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Actualizado: 5 de junio de 2025


Si no puede usted ni tener un guarda, ¿para qué se mete a abrir clínicas? ¡Es una bribonada! ¡, señor, una bribonada! ¡Roba usted a sus enfermos! ¡Abusa de su confianza! Le creen a usted un hombre honrado, y usted... A ver el pulso dijo el doctor Chevirev. Tómemelo, si quiere; pero no se crea que voy a dejarme engañar con el pulso y otras zarandajas.

Hanse apoyado para fundar semejante opinión en que la sociedad le roba parte de su libertad, si no toda, pero tanto valdría decir que el frío no es cosa natural, porque incomoda. Lo más que concederemos a los abogados de la vida salvaje, es que la sociedad es, de todas las necesidades de la vida, la peor: eso .

El viento huracanado y raudo roba brutalmente su perfume a las flores y lo esparce sin disfrutarlo; en cambio el aura suave, el céfiro que dicen los poetas, vuela apacible y manso sobre los plantíos y aspira voluptuosamente sus delicadísimos efluvios. Don Juan prefería lo último. Adiós, alma mía, hasta mañana... Anda, busca otro hombre que a esta hora, estando así, a tu lado, sea tan...

Yo creo en la Virgen del Sagrario y un poquito en Dios; ¿pero en esos señores? ¡Si los conocieran como yo...! Pero, en fin, todos hemos de vivir, y lo malo no es tener defectos, sino ocultarlos, hacer la comedia como el sinvergüenza de mi yerno, que ahí donde lo ves, grandote como un castillo, se da golpes de pecho, besa el suelo lo mismo que las beatas, está deseando mi muerte, creyendo que guardo algo en mi arcón, y quita lo que puede del cepillo de la Virgen, y roba las velas y hace trampas en el cobro de las misas, y ya estaría en la calle si no fuese por , que pienso en mi hija, siempre enferma, y en los pobrecitos de mis nietos.

Mas, ¡nada!, esta ilusión, fugaz, ligera, sólo es vana esperanza que aumenta mi dolor y mi agonía que me roba la calma, y arranca de mis ojos melancólicos, sinceras, fugitivas, muchas lágrimas. Abril, 1919. Bien, aquí estoy, de cara al Universo, Altivo el gesto y el mirar sereno; Lanzando al viento mi sonoro verso, De grato incienso y de perfumes pleno.

ASCLEPIGENIA. Y no es eso lo peor, sino que se apodera de los ánimos una tristeza vaga y sofística que los enerva; tristeza que los antiguos apenas conocieron; un menosprecio del mundo y de las dulzuras de la vida, que despuebla las ciudades y puebla los desiertos; un desdén del bienestar y de la riqueza, que roba brazos a la agricultura y a la industria; y una mansedumbre resignada, que amengua el valor del ciudadano y del guerrero.

El osado prófugo que acomete una partida entera, es inofensivo para con los viajeros. El Gaucho Malo no es un bandido, no es un salteador; el ataque a la vida no entra en su idea, como el robo no entraba en la idea del Churriador; roba, es cierto, pero ésta es su profesión, su tráfico, su ciencia. Roba caballos.

¡Empecatao! ¡Pimiento picante le debían echar en la boca! ¡Ay!, ¡y una cosa que mete miedo! Dice que por esas capitales toda la gente anda asustadísima, porque se ha descubierto que hay una compañía que roba niños. ¡Ángeles de mi alma! ¿Y para qué?, ¿para degollarlos? No, mujer, que son los protestantes para llevarlos a educar allá a su modo en tierra de ingleses.

El autor de la obra no se había andado con tafetanes, apelando muy á menudo á recursos heróicos. Tan luego como un diálogo se hacía difícil, un monólogo se agotaba, ó una escena no tenía fácil salida, el autor la encontraba bien sencilla en el momento, y al efecto se dió un caso en que la reina mora no sabiendo qué decir, roba en pleno consejo ante el mismísimo rey cristiano una princesa.

Las mujeres no podemos amar sino a los hombres fuertes, audaces. ¿Crees que nos da gusto ser raptadas, robadas, reclamadas, perdidas, encontradas y vivir siempre así? UNA VOZ. ¡Proserpinita querida! PROSERPINA. ¿Cómo te va, amigo mío? Apenas me habitúo a un hombre, llega otro y me roba; apenas me aficiono al nuevo marido, se presenta el primero y se empeña en que me vaya con él. ¡No, Marcio!

Palabra del Dia

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