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Actualizado: 19 de mayo de 2025


Si Cervantes no estaba siempre contento con Lope, y expresaba claramente su pesar, de que el fecundísimo favorito del público sacrificase no pocas veces su fama duradera á la popularidad del momento, decía, en términos aún más inofensivos, lo confesado por el mismo Lope; su imparcialidad resplandece tanto más en las sinceras y grandes alabanzas que le prodiga en casi todas sus obras, desde El Canto de Caliope, en que celebra á Lope, de apenas veintidós años, hasta el Viaje del Parnaso, en que le llama poeta distinguido, á quien ninguno aventaja ni aun iguala, tanto en prosa como en verso.

De la gloria a los destellos la romántica silueta 25 del creyente que adunaba sus lirismos de poeta con la viva llamarada de sus trágicos lirismos, resplandece como un astro que las almas ilumina con el fuego milagroso de su bíblica doctrina, como un rayo de la aurora diafaniza los abismos. 30

El magnánimo Príncipe hace pedazos los poderes, y el rey de Fez extrema sus rigores disponiendo que Don Fernando lleve pesadas cadenas, y que, como los demás esclavos más viles, ejecute los trabajos más penosos. La grandeza de alma del mártir, que, sin murmurar, sufre los dolores más intolerables, resplandece después en todo su brillo.

No en vano con tus naves cargadas de nobleza, del todo lo sublime que Iberia pudo dar, venciste los embates del mar y su fiereza, trayendo con tu espada la cruz y la verdad. Tu gloria es como el astro que intenso resplandece; mirar tal vez no quieran su bello fulgurar, pero su clara lumbre ni muere ni decrece, y en los espacios célicos luciendo siempre está.

¡Mira, hombre! acostumbraba a tutearme o a hablarme en impersonal en cuanto nos elevábamos un poco sobre el nivel de Tablanca . ¡Mira, Marcelo! ¿No jurarías que aquello que resplandece y flamea allá arriba, allá arriba, en aquel picacho, es la última de las luminarias con que el mundo festeja a su Creador mientras el sol anda apagado por los abismos de la noche? ¡Cosa buena! ¡Cosa grande!

Lo que importa, pues, para que la lectura de una narración fingida sea ejemplar y moralizadora y nos deleite y consuele, en vez de deprimir y amargar el ánimo, es que el premio que alcance la virtud en toda persona, en cuyas obras resplandece, nada tenga de exterior y de material, sino que sea íntimo, independiente de casos y de circunstancias, y concedido por alto y soberano decreto de la conciencia incorruptible y pura.

El hermoso carácter del cura del lugar resplandece en la conmovedora escena y en las santas palabras, elocuentes sin arte por la fe religiosa y por la caridad que las inspiran, con que persuade al moribundo para que perdone a los culpados, y con que le consuela e ilumina con celestiales esperanzas los últimos instantes de su vida mortal.

Allí viene dijo el Cojuelo el Conde de Oropesa y Alcaudete, sangre de Toledo, Pimentel, y de la real de Portugal, príncipe de grandes partes; y el que va a su mano derecha es el Conde de Luna su primo, Quiñones y Pimentel, señor de la casa de Benavides en León, hijo primogénito del Conde de Benavente, que es Luna que también resplandece de día.

Tiene por ella la adoración religiosa que un buen cristiano dedica a la santa de su iglesia, a la Virgen de su capilla, a la imagen casta y velada que resplandece en el fondo del santuario. Los españoles somos así. Sabemos amar simplemente, heroicamente, sin ninguna esperanza mundana, sin otra recompensa que el placer de caer de rodillas ante una imagen venerada.

Y con esto, los que no son reyes procuran ser virtuosos para serlo, y los que lo son, pugnan serlo más para no dejar de ser reyes; con esto se cortan las alas a la ambición, se atierra la codicia, y aunque la hipocresía suele andar lista, a largo andar se le cae la máscara y queda sin el alcanzado premio; con esto los pueblos viven quietos, campea la justicia y resplandece la misericordia, despáchanse con brevedad los memoriales de los pobres, y los que dan los ricos, no por serlo son mejor despachados; no agobian la vara de la justicia las dádivas ni la carne y sangre de los parentescos: todas las negociaciones guardan sus puntos y andan en sus quicios; finalmente, reino es donde se vive sin temor de los insolentes y donde cada uno goza lo que es suyo.

Palabra del Dia

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