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Actualizado: 19 de mayo de 2025


En todas las humanas sociedades sueña Quijote y ríe Sancho Panza... En tu pluma de oro educadora resplandece, con gracia y galanura, el rico idioma hispano, que atesora iras, amores, música y ternura. Prodigio de tu ínclito talento fué el libro que logró inmortalizarte; con él alzas a España un monumento y un monumento a España erige el Arte...

-Así es, señor don Quijote -respondió don Antonio-, que, así como el fuego no puede estar escondido y encerrado, la virtud no puede dejar de ser conocida, y la que se alcanza por la profesión de las armas resplandece y campea sobre todas las otras.

Esta prenda especial de nuestro autor resplandece, sobre todo, en los dos dramas suyos titulados El príncipe Don Carlos y La mayor hazaña de Carlos V, dos grandiosos y verdaderos cuadros históricos, de los más nobles y dignos. En el primero, con rasgos escasos y decisivos, se diseñan con el más vivo individualismo los caracteres de Felipe II y del príncipe Don Carlos.

Análoga á la precedente, «Si la primera, dice V. Schmidt, nos da á conocer la índole divina de la mujer, que, mortificada por una desconfianza injusta, deja ver todo el mérito de su carácter, por cuya razón Leonor aparece desde un principio enamorada, debiendo á este mismo amor su desdicha, en ésta se nos ofrece una flor, aún no abierta, que se desenvuelve á nuestra vista, y resplandece á los rayos del sol del amor, ostentando sus perfumes y sus colores magníficos.

No hay fuerzas que basten á apagar la antorcha de la moral ni en el individuo ni en la sociedad; en el individuo sobrevive á todos los crímenes, en la sociedad resplandece aun despues de los mayores trastornos: en el individuo culpable, reclama sus derechos con la voz del remordimiento; en la sociedad, por medio de elocuentes protestas, y de ejemplos heróicos.

Resplandece en el fondo el estofado riquísimo del altar, semejante á inmensa ascua de oro cuajada de diminutos ángeles y querubes que aletean quemándose en el seno de aquella nube incandescente, y como si la combustión les diera vida.

Sucedieron sacerdotes á sacerdotes, y el respeto supersticioso de los modernos á la adoración de los antiguos, pero quizá la cumbre más alta, permanece aun hoy virgen de huella humana. La suave luz que resplandece en sus rocas y en sus nieves no ha iluminado aún á nadie desde que se fueron los dioses griegos.

Voces de mujeres se interpusieron: Pero, papá... maúlla una. Pero, hombre... chilla otra. ¡Oh, la, la!... Ahí entra, Señores. Si yo no lo hubiera oído en ese mismo instante, con mis propias orejas... Me tiende las manos; su cara de viejo pícaro resplandece, sus ojos de garduña pestañean de placer. ¡Vecino!... ¡amigo!... ¡qué felicidad! Vea, Krakow. Ande con tiento, porque lo he oído todo.

Más abajo, rápidas pendientes, rebordes de rocas y estribaciones cubiertas de bosques ocultan en gran parte las laderas de la montaña; pero el conjunto parece tanto más alto y sublime cuanto que la mirada abarca solamente una parte, como una estatua cuyo pedestal estuviera oculto; resplandece en mitad del cielo, en la región de las nubes, entre la luz pura.

Porque la luna jamás resplandece sin traerme recuerdos de la bella Annabel Lee; y cuando las estrellas se levantan, creo ver brillar los ojos de la bella Annabel Lee; y así paso largas noches tendido al lado de mi querida, mi querida, mi vida y mi compañera, que está acostada en su sepulcro más allá de la mar, en su tumba, al borde de la mar quejumbrosa.

Palabra del Dia

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