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Para pagar se necesita dinero y para no pagar, no tener vergüenza, y como ella sabía, que escaseaba tanto de lo uno, como le sobraba lo otro, pues no podía creerse otra cosa, le aconsejaba que se dejara de alzas y de bajas y se ocupara seriamente de sus estudios, que debían andar muy descuidados con aquella manía de la Bolsa, que le había entrado.

Yo quiero cenar afirmó él con brutal terquedad, echando a un lado la cabeza y dando un golpe con ella sobre la mesa. Eso es, rómpete la cabeza. Mala hermana, ¡no das de cenar a tu hermanito! Mira , mejor estaba en la cárcel... Como vuelvas a nombrar... ¡Nombro!... ¡Puño! Como vuelvas a decir... ¡Puño! repitió el bergante alzando la mano. ¡Alzas la mano!..., ¡a !..., a tu hermana.

A ti, que te alzas solitaria y magnífica sobre tu isla, levantando la divina antorcha. Yo te saludo al paso de mi steamer, prosternándome delante de tu majestad. ¡Ave: Good morning! Yo , divino icono, ¡oh, magna estatua!, que tu solo nombre, el de la excelsa beldad que encarnas, ha hecho brotar estrellas sobre el mundo, a la manera del fiat del Señor.

Una familia india compuesta del matrimonio y un chico, puede muy bien extraer al día una arroba de filamento: cantidad que al declinar la tarde y dejar en reposo la cuchilla del tosco aparato que limpia la hebra se parte entre el trabajador y el dueño de la plantación á quien generalmente vende con arreglo á la cotización del día, pues es de advertir que el precio del abacá es objeto de fluctuaciones que diariamente comunica el telégrafo, imponiendo precios los mercados de Inglaterra; dando esto lugar á que con los acopios de abacá se concierten verdaderas jugadas, en las que el dueño del almacén hace adelantos al dueño del textil, y según que los telegramas señalan bajas ó alzas, así se cobran ó se abonan márgenes, nombre que equivale á lo que aquí se llaman diferencias.

En todas las humanas sociedades sueña Quijote y ríe Sancho Panza... En tu pluma de oro educadora resplandece, con gracia y galanura, el rico idioma hispano, que atesora iras, amores, música y ternura. Prodigio de tu ínclito talento fué el libro que logró inmortalizarte; con él alzas a España un monumento y un monumento a España erige el Arte...

Junto al negro ataud de tus despojos ¡oh prócer de linaje apolonida! mi frente inclino, humilde y abatida, y un responso de amor rezo de hinojos, al pensar en tus épicos arrojos, en los laureles de tu edad florida, siento la honda amargura de la vida y se llenan de lágrimas mis ojos... No te alzas ya para domar la rabia, de la impiedad y el credo disoluto... ya no escuchamos tu ingeniosa labia.