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Actualizado: 12 de junio de 2025
Si iba al café, aun sacrificando sus apetitos al gusto de los demás parroquianos, por evitar escenas como la consabida del sorbete, notaba que los mozos le servían más tarde y peor que á todo el mundo; porque en el centro de la tolerancia y de la despreocupación se juzga y se respeta á los hombres en razón directa de la excelencia del corte y calidad de sus vestidos.
Me has afirmado que no sabías nada de las fechorías de Luciana, a pesar de que estabas perfectamente informada, con pruebas, y has dejado a Máximo, un amigo, caer sin socorro en el lazo que le tendía esa casquivana. Papá, se había confiado a mí y yo le había jurado el secreto. Has hecho mal, muy mal. Una joven que quiere y respeta a su padre no tiene secretos para él.
Desengáñese usted, yo no puedo menos de recordar con entusiasmo aquellas costumbres rancias, tan ridiculizadas por los modernos reformistas: ellas me nutrieron, entre ellas crecí y á ellas debo lo poco que valgo y el fundamento de esta familia que hoy me rodea, y, aunque montada á la moderna, respeta mis manías, como ustedes dicen, y me permite vivir cincuenta años más atrás que ella.
Ella me ha llevado a la fortuna... ¡fortuna honrada, se lo aseguro! Su amigo es el amigo de Teobaldo, y no ha dejado de ser hombre de bien; si no lo fuese, no estaría en presencia de usted... no se atrevería a fijar los ojos en el ángel que ama, que adora... No, no repitió bajando la voz: ¡que reverencia, que respeta, y que le han arrebatado para siempre!
Ni una palabra peligrosa, ni gesto atrevido; nada de acechar ocasiones, nada de buscar escenas; una honradez cabal; el amor que respeta la honra, la pasión que se alimenta de ver y respirar el ambiente que rodea al ser amado. El placer que ella sentía, también tenía que confesárselo, era el más intenso que había saboreado en su vida.
Tío Nardo de pie á su lado, pero algo más tranquilo, respeta la situación de su mujer y no se atreve á separarla de allí. Transcurre media hora. La fragata despliega al viento su blanco velamen; hunde la proa en las aguas, como si dirigiera un galante saludo de despedida al puerto, y, deslizando rápidamente su quilla, desaparece en breve detrás de San Martín.
Nada dice Elvira á su esposo de la acción indigna de Gómez de Melo; pero el carácter de Rodrigo es tan diverso del de su presunto padre, y lo respeta tan poco, que éste concibe algunas sospechas sobre su paternidad. La guerra contra los infieles estalla mientras tanto de nuevo.
Es traidor Todo hombre que no respeta A su rey, y que habla mal De su persona en ausencia. Da, Tello, a Elvira la mano, Para que pagues la ofensa Con ser su esposo; y después Que te corten la cabeza, Podrá casarse con Sancho, Con la mitad de tu hacienda En dote. Y vos, Feliciana, Seréis dama de la Reina, En tanto que os doy marido Conforme a vuestra nobleza. NU
El orgulloso á quien he descrito mas arriba no podia llamarse propiamente vano, y no obstante su conducta inspiraba algo peor que la vanidad misma: sobre la indignacion provocaba tambien la burla. La vanidad. El simplemente vano no irrita, excita compasion, presta pábulo á la sátira. El infeliz no desprecia á los demas hombres, los respeta, quizas los admira y teme.
El hermano cura llegó, se encaró con mis verdugos y les preguntó porqué iban a matarme. Por hereje, señor cura, le respondieron: este hombre no cree en Dios, ni es cristiano, ni va a misa, ni respeta a nuestros santos, y es enemigo del padrecito de nuestro pueblo.... Ya supondrá Vd., capitán, lo que el hermano cura les diría.
Palabra del Dia
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