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Pero qué puede la humana potencia contra los edictos divinos? De los mismos fundamentos del Templo, que con tanto conato quería restaurar Juliano a los Judíos, brollaban venas de fuego, que abrasaban los instrumentos y las manos que los regían y en fin hubo de rendirse todo el poder coronado al decreto divino, sin que pudiera levantarse en figura de Templo, lo que Dios quería en señas de ruínas.

Aún podía salvarse rompiendo por todo, declarándose insolvente y resignándose a la indigencia; pero Riquín tenía la tos ferina, estaba como un hilo, amenazado de morir consumido en los calores de Madrid como arista en el fuego. Era forzoso rendirse a la fatalidad, según Isidora decía, llamando fatalidad a la serie de hechos resultantes de sus propios defectos.

Son tres contra uno. ¡Sálvate! Me precipité hacia Ruperto, empuñando la maza, y le vi inclinarse sobre su caballo. ¿Te han despachado también a ti, Crastein? gritó. No obtuvo respuesta. Di un salto y así las riendas del caballo. ¡Por fin! exclamé. Creía tenerlo seguro. Mis amigos le rodeaban y no parecía quedarle otro recurso que rendirse o morir. ¡Por fin! repetí.

El aspecto de ambos grupos inspiraba compasión y fomentaba la confianza y el descuido de los corsarios. Sin duda Morsamor y Fréitas querían rendirse anhelando sólo las menos duras condiciones. No intentaban hacer uso de las armas, aunque las tenían en las manos. A fin de que las entregasen, los corsarios se dividieron, dirigiéndose a un grupo y a otro.

Intentaba agarrar a su mujer por los pies, mas esta brincaba con ligereza increíble y le atacaba por otro sitio con mayor brío, de suerte que el infeliz se vio necesitado a rendirse, dejando, sin resistencia, que su consorte le vapulease a su buen talante. Vamos, Paca, déjele usted ya le dije, interviniendo por humanidad.

La conversación terminó en el punto en que la he dejado, porque la noche estaba muy avanzada y casi todos empezaron a rendirse al sueño, excepto el mayorazguito, cuyo despabilamiento era casi febril. Largo tiempo continuaron él y Santorcaz hablando en diálogo animadísimo, como si discutieran planes y expusieran proyectos de gran trascendencia para los dos.

Calculó, pues, en esta ocasión, que rendirse sin condiciones no era triunfo, sino derrota; que podría suceder que el Conde, verdadero triunfador, volviese a doña Beatriz, ocultándole una infidelidad efímera o pidiéndole perdón de su culpa. Sólo con pensarlo temblaba Elisa de despecho.

Pero, pasados seis ó mas meses, consiguieron por medio de la hambre ponerlos en la última necesidad; tanto que por no rendirse, llegaron á comerse unos á otros: y noticiosos los indios de este aprieto, los contemplaron caidos de ánimo, por lo que resolvieron atacarlos con la ayuda de los que acababan de llegar victoriosos de esta plaza; y en efecto hicieron el último esfuerzo, envistiéndola con tanta fiereza que fué asombro.

Á cerca de 9.500 hombres ascendian las fuerzas del virey, mientras que no llegaban á 6.000 las comandadas por el general republicano; pero bien combinado y hábilmente dirigido el plan de batalla, los realistas fueron deshechos completamente, quedando en poder de Sucre, además de Laserna, 15 generales, 16 coroneles, 68 tenientes coroneles, 484 oficiales, 3.200 soldados, cabos y sargentos, 11 piezas de artilleria, gran número de fusiles, municiones y en fin, todos los pertrechos de guerra pertenecientes al enemigo, que habia sido puesto en el caso de rendirse por capitulacion.

Pero era un secreto; no podía revelarlo sin faltar a la amistad y consideración que debía a la persona que se lo había comunicado. Sin embargo, Granate no acababa de rendirse. Como un mastín a quien rodean los chicos y tratan de congraciársele haciéndole caricias, echábales miradas recelosas y dejaba escapar de vez en cuando gruñidos dubitativos.