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Actualizado: 16 de junio de 2025


Viendo lo cual, Marcos Divès quedose pensativo. «Si nos rodean pensaba no podremos procurarnos víveres, y será preciso rendirse o morir de hambreVeíase perfectamente al estado mayor enemigo parado, a caballo, alrededor de la fuente de la aldea de Charmes.

Y como no hay cancilleres ni diplomáticos en esta guerra, oculta entre cuatro paredes, es ella insoluble, mientras uno de los contendientes no se rinda a discreción. Corresponde a la mujer rendirse, con razón y todo. No es voto sospechoso el voto de una mujer. El amor propio, la terquedad, el hincapié, la persistencia testaruda, son condiciones que no favorecen a nuestro sexo.

Según allí refirieron, la lucha había sido horrorosa, y los dos poderosos navíos, cuyos penoles se tocaban, estuvieron destrozándose por espacio de seis horas, hasta que herido el general Álava, herido el comandante Gardoqui, muertos cinco oficiales y noventa y siete marineros, con más de ciento cincuenta heridos, tuvo que rendirse el Santa Ana.

Había desplegado, en suma, todas sus baterías, mostrándose a la vez cándida y maliciosa, dulce y arisca, reservada y charlatana, grave y retozona como una loquilla, como niña ligera e insustancial, pero adorable. Al fin Núñez, el capitán Núñez, no pudo resistir a tal graciosa mezcla de inocencia y malicia, y se replegó primeramente, y no tardó luego en rendirse.

El robo, las riquezas, los cautivos, Que los turcos hallaron en el seno De la triste galera, me ha contado Un cristiano que alli perdió la dulce Y amada libertad, para quitarla A quien quiere rendirse á su rendido.

La resistencia y la fuga eran imposibles. Gómez de Aguilar tenía que rendirse. ¿Dónde están sus hijos? preguntó Aliatar a D. Pedro. He venido solo, porque no podía creer que se atreviese 15 Vd. a llegar hasta aquí. Sonrió el viejo alcaide, enseñando unos dientes todavía blancos y replicó: Me habían ponderado mucho su finca y tenía deseos de conocerla.

Llamó a Moyna, su segundo, y le dijeron que había muerto; llamó al comandante de la primera batería, y éste, aunque gravemente herido, subió al alcázar y tomó posesión del mando. »Desde aquel momento la tripulación se achicó: de gigante se convirtió en enano; desapareció el valor, y comprendimos que era indispensable rendirse.

Que hoy dia ya se habla de esto con menos reparo entre los indios, porque dicen que se ha publicado; y que ahora tres años se hizo una gran junta de los indios alzados, y en ella ofrecieron primero morir que rendirse, ni desamparar sus tierras, porque tenian noticias de que los españoles de Chiloé, salian en solicitud de estos otros españoles, y poblar primero á Osorno.

Cuando el señor Laubepin acababa de rendirse á mismo este honorífico testimonio, una vieja criada vino á anunciarnos que la comida estaba servida. Tuve entonces el placer de conducir al comedor á la señora de Laubepin. Durante la comida la conversación se arrastró en los más insignificantes asuntos.

Consolóse, empero, con la esperanza de recoger el año siguiente aquella mies, mas aun esta esperanza se le desvaneció también dentro de poco, porque una tropa de mercaderes europeos de la profesión que arriba dije, dió de improviso sobre tres de sus Rancherías, donde destrozados los principales y hecho notable estrago en todos los adultos, hasta llegar á quemarlos vivos en sus casas cuando no querían rendirse, las destruyeron totalmente, llevando por esclavos á toda la chusma de niños y mujeres, de que buena parte pereció en el camino, rendida á los trabajos y malos tratamientos de aquellos bárbaros vencedores.

Palabra del Dia

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