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Para que cada una de las diversas partes de un territorio rinda el máximum de sus productos, para que el comercio tenga allí un interes, una tendencia especial, es menester dar, en detrimento de los otros ramos comerciales, una amplitud sin coto á el que con ménos trabajo puede producir mas pingüe utilidad; sobre todo cuando no tiene competencia vecina.

El héroe celebérrimo de esta guerra, el Gran Capitán, es también el protagonista de otro drama titulado Las cuentas del Gran Capitán, cuya copia es, sin duda, la de igual título de Cañizares. Entre sus escenas se distingue una incomparable, en que Gonzalo da sus descargos al requerírsele por el Rey que rinda cuentas de las sumas que se le han entregado.

Si es menester que la nación, como nación, rinda culto á la verdad, que en su más alto punto es la religiosa, también es menester que rinda culto, colectivo y unánime, á la belleza, la cual, allá en lo sumo, es atributo divino.

No hay divinidad a quien se rinda culto más sincero y universal que a la Fortuna. Los hombres desde que empiezan a serlo, en lo que llaman edad de la razón le consagran la vida.

Y esto hecho, que el tal novel rinda gracias por ello ahí al sol, é que luego allí le vistan una camiseta muy pintada, y le pongan una manta muy pintada encima, todo lo cual sea ropa fina, y que le cuelguen de las orejas unas orejeras grandes de oro colgando, con un hilo colorado atadas, y que le pongan una venera de oro grande en los pechos, y que le calcen unos zapatos de enea, é que le pongan en la cabeza una cinta muy pintada, que llaman pillaca llauto; que encima desta cinta le pongan una patena de oro, y que hasta allí ningun mozo se la pueda poner, é si cosa fuere que allí se le olvidare de poner, nunca se le pueda poner en sus dias.

Y así, acometió a su presunción con las alabanzas de su hermosura, porque no hay cosa que más presto rinda y allane las encastilladas torres de la vanidad de las hermosas que la mesma vanidad, puesta en las lenguas de la adulación. En efecto, él, con toda diligencia, minó la roca de su entereza, con tales pertrechos que, aunque Camila fuera toda de bronce, viniera al suelo.

La que se aplica Al Senado histrionio y es cantora, O bien de castañuelas se salpica; Si es como azogue todo bullidora, Si ríe blando, si gracioso brinda, Cuéntese en este mundo por señora: No menester del todo ser muy linda Para reinar: bástele ser farsante: ¿Quién hay que á una farsante no se rinda?

Nada sacaréis de ellos si no os mostráis humildes, sumisos, incondicionales admiradores de sus personas. ¡Ay de vosotros si no os acercáis a tan excelsos caballeros, aparentando que todo lo esperáis de ellos! ¡Ay de quién no les rinda parias! De seguro que nada obtendrá; de fijo que a todo le contestarán con monosílabos, y saldrá de allí colérico y desesperado.

De modo que lo que urge es salvarse, y el prójimo que reviente; que yo me rinda a fuerza de trabajar para impedir que esta pobreza de hoy sea mañana miseria espantosa y, entre tanto, vosotros, a dormir a la iglesia, que está fresca en verano y abrigada en invierno, a vestir santos, limpiar altares y cantar jaculatorias porque el cielo es azul y porque la Providencia dispone la comida a los pajaritos del campo... Y yo, entre tanto, todo el día tronchado sobre la mesa, matándome a trabajar.

Y como no hay cancilleres ni diplomáticos en esta guerra, oculta entre cuatro paredes, es ella insoluble, mientras uno de los contendientes no se rinda a discreción. Corresponde a la mujer rendirse, con razón y todo. No es voto sospechoso el voto de una mujer. El amor propio, la terquedad, el hincapié, la persistencia testaruda, son condiciones que no favorecen a nuestro sexo.