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Actualizado: 27 de julio de 2025
Currita recibió la noticia con frialdad aterradora y negóse rotundamente a hacer uso de la receta, con cierta especie de rencorosa terquedad, impropia del caso; también ella había recibido aquel día carta cariñosa de Jacobo, fechada asimismo en Milán, hablándole vagamente de grandes peligros y grandes negocios, y prometiéndole, con la fatua seguridad de quien presume ser esperado con ansia, el gozo imponderable de su próximo regreso y la explicación satisfactoria de su repentina marcha.
El viejito va á ver lo que le cuesta amenazarme dijo el gaucho con una sonrisa rencorosa. Uno de los cordilleranos, apodado Piola, que por su edad y sus ademanes autoritarios parecía ejercer cierta influencia sobre sus dos acompañantes, movió la cabeza como si dudase de tales palabras.
Quise engañar mi anhelo de maternidad cuidando á un infeliz que tal vez muera pronto, y este hijo afectivo me habla de amor. ¿Es que las mujeres no podemos conocer la tranquilidad y la confianza en que viven los hombres?... El príncipe la interrumpió con voz rencorosa. No lo veas: rompe con él; ciérrale tu puerta para siempre.
Además, sus arneses estaban cubiertos de perlas, de brillantes, de toda clase de pedrería rica, y cuidaban muy bien de no estropearlos, sabiendo que al final de su trote se los podrían llevar como un recuerdo. Yo tenía un gran látigo para arrearlas: un látigo de flores. Hay que ser galante con las damas... Sonrió irónicamente. Novoa volvió á ver su expresión rencorosa de misógino.
Le ha hecho una gracia atroz nuestra pequeña juerga. Estos jesuitas son todos hombres de sociedad, no son como los curas de misa y olla... Le miré de arriba abajo con expresión rencorosa y le dije con acento irritado: ¡Usted siempre tan oportuno! Y sin aguardar contestación, giré sobre los talones y me fui. Lo que inmediatamente preví sucedió, en efecto.
Luego él faltó algunas noches o acortó las visitas, quejándose de pesadez en el estómago. Para ella subían cena del café; pero ya la ingrata no le daba, como antes, con sus propios dientes, alguna patata frita, ni se dejaba arrancar las pasas de los labios. Interesada y rencorosa, tenía clavadas en el pensamiento todas las ballenas del corsé negado.
Temía que dijese algo terrible al repetir las murmuraciones de la otra dama, con su alegría rencorosa de misógino. El, por sus relaciones con Valeria, se consideraba unido á la duquesa y no podía tolerar nada contra ella. Se separaron después de algunos minutos de palabrería indiferente. Pero el pianista se arrepintió al instante, viendo la mirada iracunda que le dirigía Lubimoff.
Porque yo veo ahora todos los conflictos, todos los problemas de mi vida con una claridad que no puede provenir más que de la razón... Y para que conste, yo juro ante Dios y los hombres que perdono con todo mi corazón a esa desventurada a quien quise más que a mi vida, y que me hizo tanto daño; yo la perdono, y aparto de mí toda idea rencorosa, y limpio mi espíritu de toda maleza, y no quiero tener ningún pensamiento que no sea encaminado al bien y a la virtud... El mundo acabó para mí.
Además, cuento con el socio, que corre con todo el trabajo: un antiguo dependiente al que di participación. Ya conocen ustedes la firma: Manzanares y Mendizábal. La falta de hijos parecía amargar su triunfo, colocándole en rencorosa inferioridad ante el prolífico vasco. Pero como una compensación, hizo el elogio de su esposa, valerosa compañera de los primeros años de pobreza y ahorro.
Tú, por tu parte, también te veías forzado á esperar, y buscabas en mi persona un recreo agradable... Un día comprendí que me interesabas verdaderamente, como ningún otro hombre me había interesado... Adiviné que iba á amarte. ¡Mentira!... ¡mentira! murmuró la voz de Ferragut descendiendo rencorosa hasta la mujer. Di lo que quieras, pero así fué... Amamos según el lugar y el momento.
Palabra del Dia
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