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Actualizado: 22 de junio de 2025
Llevaba horas y horas remando, sin que sus brazos se fatigasen y sin que el astro diurno descendiese hacia el mar. Popito, al permanecer fuera de su encierro, respirando el aire salino, pareció reanimarse. Sonreía dulcemente, con la cabeza apoyada en una rodilla de Ra-Ra. Sus ojos estaban fijos en los ojos de él, que la contemplaban verticalmente.
Lo único que conseguiréis si dáis con ellos será el degüello de la mitad de vuestra gente y la perspectiva, para los que sobrevivan, de ser vendidos como esclavos y pasar la vida remando en galeras piratas ó moras.
Nosotros no le hacíamos caso, seguíamos remando, y él, más enfurecido gritaba: ¡Ladrones! ¡Piratas! ¡Corsarios! Ojalá os muráis de repente. Entonces Zelayeta, que a veces tenía mala intención, le decía: Vamos a vender tu lancha. ¡Llora, Shacu! Y a él le entraba tal desesperación, que pateaba, tiraba el gorro rojo al suelo, y casi comenzaba a llorar de rabia.
Enternecido y movido á compasión con esta idea, los contempló con mayor atencion, y dixo á Cacambo: Por mi vida, que si no hubiera visto ahorcar á maese Panglós, y no hubiera tenido la desgracia de matar al baron, creeria que son esos que van remando en la galera. Oyendo los nombres del baron y de Panglós, diéron un agudo grito ámbos galeotes, se paráron en el banco, y dexáron caer los remos.
Enterró Margarita a doña Guiomar con gran pompa, que su herencia había aceptado, y a ella tocaba procurarla los últimos homenajes. Enterrado fue asimismo con gran ostentación por sus parientes don Baltasar de Peralta, y andando no mucho tiempo, en galeras se vio con un grillete, remando por el rey, con sentencia para toda su vida, el ilustre rapista Viváis-mil-años.
48 Y los vio fatigados remando, porque el viento les era contrario; y cerca de la cuarta vigilia de la noche, vino a ellos andando sobre el mar, y quería precederlos. 49 Y viéndole ellos, que andaba sobre el mar, pensaron que era fantasma, y dieron voces; 50 porque todos le veían, y se turbaron. Mas luego habló con ellos, y les dijo: Alentaos; YO SOY, no temáis.
Poco tardó Úrsula en aparecer de nuevo remando con prisa: saliole al encuentro Miguel así que puso el pie en tierra y recibió de sus manos un billete perfumado que había metido en el seno. Decía así el billete: «Querido mío: Una inquietud dulce y misteriosa que ayer noche experimentó mi corazón me anunciaba sin duda que estabas cerca de mí.
Del mismo modo, un indio y su mujer, remando en su piragua, á corta distancia de la catarata del Niágara, fueron cogidos en un violento remolino y arrastrados hacia la caída.
Zelayeta se puso a proa con el bichero, y Recalde y yo, unas veces remando y otras empujando contra las rocas, avanzamos despacio. De pronto, Zelayeta gritó, mientras apretaba con el bichero: ¡Eh! Parad. ¿Qué pasa? Hay que pararse. Perdemos fondo. El bote iba rasando la roca. Nos detuvimos. Estábamos a veinte pasos del barco.
Luego la fatiga pudo más que su voluntad, y acabaron tendiéndose en el fondo de la embarcación. La lobreguez de la noche abatió sus energías. ¿Para qué seguir remando á través de las sombras, sin saber adonde iban? Era mejor esperar la luz de la mañana, economizando sus fuerzas.
Palabra del Dia
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