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Actualizado: 7 de julio de 2025
Rafael intentó decir que la encontraba más hermosa que antes, y así lo creía de buena fe. La veía más cerca de su persona: era como si descendiese de su altura para aproximarse a él. Pero Leonora, adivinando sus palabras y queriendo evitarlas, se apresuró a seguir hablando.
Recibida con tanto gusto la invitación, Pablito se adelantó hacia su noble antepasado don Fernando, tendiéndole la mano para que descendiese el primero. El anciano tomó formas corpóreas, y saltó del cuadro al suelo con la agilidad de un hombre acostumbrado a los hípicos ejercicios de combate.
Eran cultivadas tierras, casas de placer con picudos techos, parques ingleses de fresco césped y menuda grama, amarillenta ya, como de otoño. Al divisar torcida vereda que, desviándose de la carretera, culebreaba por entre los sembrados, detuvo Artegui con un grito al cochero, y dio a Lucía la mano para que descendiese.
Marta se colgó de la campanilla en son de pedir socorro, porque no era ella hembra que descendiese a ciertos pormenores al lado de los enfermos. El estómago, decía ella, no es nuestro esclavo; antes bien, nos esclaviza. Acudieron las de Ferraz, y luego Eufemia con agua, arena, toalla y cuanto fue del caso. A Bonis se le hizo comprender que apestaba, y corrió a mudarse.
Las invisibles palpitaciones del mar en la tarde serena hacían que el triángulo de la proa se elevase y descendiese, como una cabra saltadora y juguetona, al partir las aguas con su filo. Este movimiento parecía circunscrito a aquella parte del buque, pues sus vibraciones se amortiguaban al extenderse por los flancos y apenas eran sensibles en el resto de la gigantesca construcción.
47 Este, cuando oyó que Jesús venía de Judea a Galilea, fue a él, y le rogaba que descendiese, y sanase a su hijo, porque se comenzaba a morir. 48 Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y milagros no creeréis. 49 El del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi niño muera. 50 Le dice Jesús: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó a la palabra que Jesús le dijo, y se fue.
Y luego subieron el cerro arriba, y siendo ya en el sitio do habia de quedar hecho ídolo, dió un vuelo hácia el cielo el Ayar Oche, tan alto, que no lo devisaron; y tornóse allí, y díjole á Ayar Mango, que de allí se nombrase Mango Capac, porque él venia de donde el sol estaba, y que ansí lo mandaba el sol que se nombrase; y que se descendiese de allí y se fuese al pueblo que habian visto y que le seria fecha buena compañía por los moradores del pueblo; y que poblase allí; y que su mujer Cura, que se la daba para que le sirviese, y quél llevase consigo á su compañero Ayar Auca.
En el primero iba el clero; al segundo subieron el doctor y Amaury. A la puerta de la iglesia de Ville d'Avray esperaba a la comitiva el cura párroco. En aquella iglesia en que Magdalena había comulgado por vez primera debía hacer su última estación antes de que su cuerpo descendiese a la fosa.
El pobre joven, anonadado, no tenía ya más que un solo deseo: ¡ah! ¡si al menos le fuera dado esperar que en la vida de María Teresa, el nombre de Juan descendiese algunas veces de los labios a su corazón! ¿En qué pensaba en ese instante, mirando dulcemente hacia el horizonte? Ante sus ojos pasaba, sin duda, la imagen del que en esa noche había tenido el placer de estrecharla.
Hizo una nueva pausa y continuó: El honor vale más que la vida para ciertos hombres; la respetabilidad, la conservación del lugar que ocupan. Sólo me convencería un hombre que arriesgase por mí honra y posición, que descendiese á lo más bajo, sin perder su voluntad de vivir... ¡Eso es un sacrificio!
Palabra del Dia
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