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Actualizado: 8 de junio de 2025
El Rey le hizo merced de casa de aposento que representaba doscientos ducados cada año, le dio otros trescientos de regalo y le otorgó una pensión de otros tantos, que debía de ser eclesiástica cuando se sabe que para disfrutarla hubo necesidad, de dispensa.
El nuevo y el viejo Rey van a Bayona, donde les aguarda el tirano del mundo. Fernando le dice: «La Corona de España me pertenece a mí; pero yo se la regalo a usted, Sr. Bonaparte». Y Carlos dice: «La Coronita no es de mi hijo, sino mía; pero para acabar disputas, yo se la regalo a usted, Sr.
En Bib-Arrambla hubo justas, cañas, sortijas y bravos toros de Ronda, en que, audaces, sus rejoncillos quebraron caballeros de gran prez, que ambicionaban el tálamo de la incomparable Leila; y aunque el mismo Rey, lanzado á la arena y vencedor en su triunfo confiando, del airon de grana y oro, con gran peligro arrancado de la cerviz de una fiera, á sus piés la hizo regalo, al agradecerlo ella lo dijo con tal desmayo, que harto claro se entiende lo inútil del agasajo.
«El Padre Nones va a venir dijo la santa ; le mandé recado al salir de casa. Prepárese usted, hija mía, poniendo el pensamiento en Nuestro Señor Jesucristo; y como le pida perdón de sus pecados con verdadera contrición, se lo dará. ¿Se lo ha pedido usted?». Fortunata dijo que sí con la cabeza. «Mi amiguita se ha enterado del regalo que usted le ha hecho, y está tan agradecida.
El moro le abre sus puertas y penetra en su dormitorio; pero la dama lo recibe con la orgullosa majestad de la inocencia ofendida, y lo reconviene tan vivamente por su indigna conducta, que él renuncia á su pasión, y para borrar su falta hace á Dorotea un cuantioso regalo, que, aumentando considerablemente su fortuna, la habilita para dar su mano á D. Juan con anuencia de su padre.
Llámeme nervioso, chiquillón y visionario, como me lo llamó usted en la botica por muchísimo menos de lo que ahora sabe... Este clavo podrá arrancarse mañana u otro día, o me iré acostumbrando a él; pero, hoy por hoy, se le regalo al hombre más duro de entrañas; y a ver cómo se las arregla con la herida.
Mientras duraron en casa de Isidora las abundancias y el regalo, Mariano hizo la vida de señorito holgazán, rebelde al estudio, duro al trabajo, blando a la disipación y al juego. Su precocidad para dar gusto a los sentidos revelaba que había de ser muy menguada en él la vida del espíritu.
Añadese que el Rey, arrepentido o satisfecho de sus amores regaló a las monjas de San Plácido un reloj que tocaba a muerto cada cuarto de hora, y que el mismo soberano o el protonotario Villanueva encargaron a Velázquez el Crucifijo que las monjas pusieron en la sacristía.
Y a fin de que no se le inficionase también el alma pura y superior de la amiga y ministra que había encontrado y que era su regalo y consuelo, quería doña Inés que Juanita fuese monja, o sea, transplantar la flor del campo abierto y sin defensa al huerto cerrado y defendido; pero como al propio tiempo se complacía y deleitaba con tener a Juanita cerca de sí, vacilaba aún y retardaba el día en, que pensaba obligar a Juanita a retirarse al claustro.
»Pero donde hay que verle es en su balandro primoroso, regalo de un inglés espléndido que vivió en Villavieja dos años, y llegó a entusiasmarse con las raras prendas de este chico. ¡Allí sí que es otro hombre, Virtudes! Allí no conoce a nadie, ni se intimida por nada.
Palabra del Dia
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