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Actualizado: 8 de junio de 2025
La chica llama, mi mujer abre, la muchacha entra, deja nuestro avío, se va, mi compañera pasa la llave, y nos quedamos solos. ¡Qué hermosa es la casa en que vivimos! ¡Qué hermosa es la familia! ¡Qué hermoso es el amor! ¡Qué hermosa tambien es la tranquilidad! En este sentido, Paris nos ha hecho un gran regalo.
Aún acarició a su hijo el día que le vio entrar en el patio, escoltado por don Andrés, con el título de abogado. Le regaló su escopeta, una verdadera joya, admirada por todo el distrito, y un magnífico caballo.
Tuve que decirles que un noble de la Habana me habia dado el encargo de comprar algunos artículos de lujo, con el objeto de disponer el regalo de boda para una de sus hijas.
Allí estaba el narghilé, regalo de Sidi-Mohammed-Vargas, el embajador de Marruecos, y sobre primorosas mesitas de Fez, que no levantaban dos palmos del suelo, otras varias pipas en que Jacobo enseñaba a Currita a saborear el sueño voluptuoso del hatchis, y había inspirado a Diógenes, para designar a la hurí de aquel paraíso el gráfico nombre de la mona Jenny.
Betti Jay sentía el olor de la cocción de los jamones del squire, pero el fuerte deseo que sentía de comerlos era calmado por el jugo untuoso en que se los hacía hervir; y cuando las estaciones traían la época de las grandes reuniones alegres, todo el mundo las consideraba como un excelente regalo para los pobres.
Nada, ni se movió, ni chistó. ¡Si las cosas no pintan mejor en junio, te juro que me regalo una bala, como hay Dios! Quilito repuso: No tengas cuidado, que ya pintarán mejor. Me admira tu confianza y tu frescura exclamó el primo, porque si a mí me llega el agua a la cintura, a ti te debe subir hasta el pescuezo; ¿qué vas a hacer con el portugués?
Vile entrar muchas veces en la iglesia. Os buscaba como sabueso que va oliendo las hierbas. ¡Bah! Harto galán le veréis, que es regalo de los ojos con su traje color de acero y sus mil botoncillos y guarniciones; y ¡válame Dios! ¡qué plumas tan bizarras! Todas las niñas volvían la cabeza para miralle. ¿Qué será cuando le pongan de regidor, como dicen?
Como algunas de éstas exceden en discreción y sentido artístico a las que de igual índole escribió el fraile, y como además tomó en el mismo libro, sin confesarlo, trozos de la Historia de San Jerónimo, del P. Sigüenza, túvose por cierto y seguro que el regalo de Castro a la Academia era la perdida Memoria de Velázquez.
Y se puso a buscarla por la casa adelante. Iba diciendo siempre: Quiero verla, ¿dónde está? Narcisa le contempló con sorpresa primero; después, con gozo; luego, con una crueldad brava y horrible. Corrió tras él y le dijo con voz opaca, llena de perfidia: ¿La quieres?... Yo te la buscaré.... Te la doy para ti..., te la regalo....
Micaela perdonó al «señor de Peña» esta transgresión de lo pactado, en gracia a su viaje y al regalo del ramo de naranjas; y desde aquel día, el enamorado, sin abusar de la tolerancia, continuó sus visitas. Juanito ya no sentía miedo al pensar lo que diría la mamá cuando conociese sus amores. Tenía el convencimiento de que ella lo sabía todo.
Palabra del Dia
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