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Actualizado: 11 de julio de 2025
Nazaria, que juntamente con la fiereza tenía la inocencia de la bestia cornúpeta a quien tan fácilmente engaña un vil trapo rojo, se calmó y sintió dolor muy vivo de haber ofendido a su gigante. Así procede siempre, pasando de salvajes cóleras a vergonzosas condescendencias, toda esa gente desalmada, ignorante y tan incapaz de calcular sus intereses como de refrenar sus pasiones.
Debiéramos tener continuamente la vista fija sobre nuestro corazon para conocer sus inclinaciones, penetrar sus secretos, refrenar sus ímpetus, corregir sus vicios, evitar sus extravíos; debiéramos vivir con esa vida íntima en que el hombre se da cuenta de sus pensamientos y afectos, y no se pone en relacion con los objetos exteriores, sino despues de haber consultado su razon y dado á su voluntad la direccion conveniente.
Arturo había estado muy cómico, dando un énfasis chusco a sus expresiones y acompañándolas con el debido manoteo. Pero Rosita volvió en sí, advirtió cuán airado estaba el Conde y, aunque tarde, impuso silencio al poeta. Cuando los hombres salieron juntos de la tertulia y se dieron en la calle, ya el Conde no acertó a refrenar su enojo.
Las circunstancias son, sin embargo, muy difíciles y escabrosas y me obligan a refrenar mi enojo y a hablar aún con usted de asuntos importantes. Dice mamá que la vizcondesa y otras muchas damas son cómplices e instigadoras de un amor en que ella ni soñaba. El general, dirigiéndose a mí en latín, y diciéndome tu quoque, filia, me acusa también de complicidad y de provocación al delito.
Después se creyó en el caso de refrenar el vuelo de su fisonomía, dándole la gravedad apropiada al caso; pero tan pronto como consiguió llevarlo a cabo, su boca volvió a dilatarse, recobrando la posición anterior como un resorte que se suelta. Tornó a cerrarla con esfuerzo y de nuevo volvió a soltarse, repitiendo la operación algunas veces antes de pronunciar una palabra.
Algún día podrían ser útiles sus sospechas, pero por lo pronto sólo significaban un grave peligro para el Rey. Maldije a Federly de todo corazón por no haber sabido refrenar la lengua. ¿Y bien? preguntó Flavia. ¿Ha terminado la conferencia? De la manera más satisfactoria contesté. Volvamos atrás; estamos casi en tierras del Duque.
El obispo sería hospedado en casa de los señores de Roldan los tres o cuatro días que estuviese en Villalegre. Doña Inés, por tanto, pensando en los preparativos y en todos los medios que había de emplear para hacer con lucimiento recepción tan honrosa, perseveró en refrenar su ira contra Juana la Larga, a quien imaginaba seductora de su padre.
Porras no pudo refrenar sus bríos, y se metió a periodista, y publicó en «La Era» unos articulillos con mucha sal y pimienta y mucho sí señor, enderezados a impugnar las nuevas y perniciosas doctrinas.
Y no pudiendo refrenar sus ímpetus más tiempo, le dijo sordamente: Ven conmigo. Le llevó al comedor donde las mesas estaban ya esperando a los invitados. Allí, en el hueco de un balcón, desahogó su ira. Le llenó de insultos y dió por definitivamente rotas sus relaciones. Llegó a sacudirle violentamente por el brazo. Alcázar quedó tan estupefacto, tan aterrado, que no supo contestar. Esto le salvó.
Mi impaciencia es grande, pero sé refrenar mi impaciencia cuando se trata de mi felicidad de toda la vida, y, sobre todo, de la de usted, que me es mil veces más cara.
Palabra del Dia
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